En la apertura del XVIII Congreso del Partido Comunista Chino, ante 2.200 delegados de todo el país, el presidente Hu Jintao, advirtió que el partido puede desmoronarse si no es capaz de eliminar la corrupción, uno de los principales motivos de descontento de la población y fuente de numerosas protestas.

Antes de ser aceptado en el Partido Comunista chino en 1974, la solicitud de Xi Jinping fue rechazada hasta nueve veces porque su padre, un héroe de la Revolución, era uno de los millones de políticos que había dejado la "Revolución Cultural” de Mao Zedong. Ahora, aquel joven idealista será secretario general del Partido y, en marzo, sucederá a Hu Jintao como presidente de China.

A sus 59 años, Xi Jinping encarna la "quinta generación” de dirigentes comunistas y, por sus orígenes familiares, es uno de los denominados "príncipes” del régimen. Licenciado en ingeniería química y leyes por la Universidad de Tsinghua, Xi Jinping sigue los pasos típicos de los burócratas chinos, que más bien parecen ejecutivos expertos en administración y gestión de empresas en lugar de ideólogos de la lucha de clases. Tras formarse en los años 80 y 90 en las industrializadas provincias de Fujian y Zhejiang, donde alcanzó la jefatura del Partido gracias a sus ideas neoliberales, reemplazó en 2006 a Chen Liangyu, el influyente secretario local de Shanghái también destituido por corrupción. A partir de ahí, su ascenso fue veloz y en octubre de 2007, con motivo del anterior congreso partidario, entró en el todopoderoso Comité Permanente del Politburó que maneja los designios de China. Un año después, pasó una crucial prueba de fuego al encargarse con éxito de la organización y seguridad de los Juegos Olímpicos de Pekín.

Enemigo de las estridencias y los personalismos, el régimen chino opta por el continuismo con Xi Jinping, un tecnócrata mesurado pero gris, casi sin carisma y más famoso por su mujer, la popular cantante Peng Lijuan, que por sus intervenciones públicas. De hecho, sólo se le conoce una salida de tono: cuando ante la comunidad china de México se le escaparon graves críticas a los extranjeros. Con Xi Jinping, de amplia experiencia internacional, China seguirá profundizando el capitalismo de Estado para mejorar la economía, pero deberá hacer frente a las cada vez mayores demandas de derechos, de momento más sociales que políticos.