Resulta llamativo el panorama de la situación real en que se presentan las cosas cotidianas de la economía tal como se puede visualizar en esta excepcional etapa de la pandemia por el Covid-19. Lo primero que se aprecia es una reducción drástica del nivel de inflación (el primer semestre del año cerraría en 13,1%), sin embargo, el ecosistema general de las variables está determinado por la dinámica alcista del tipo de cambio, lo cual hace avizorar a futuro también una perspectiva de alza inflacionaria en los precios internos. Lo más deseado sería una inflación que no extraiga impositivamente ingresos a la economía a través del sistema de precios internos. Pero eso se debe hacer en equilibrio con un nivel del dólar que sirva en términos competitivos a la industria y a la exportación.


Pero esta armonía siempre ha sido sumamente difícil de lograr, y, cuando, se lo logró fue por cortos espacios de tiempo y en un esquema muy precario que no alcanzó a despejar en gran porción las incertidumbres de la economía. Actualmente la inflación está baja por el efecto recesivo causado por la pandemia, pero el dólar oficial se ve como un blanco de presión al acrecentamiento que el Gobierno busca a través de varias medidas cerrando aún más el denominado cepo cambiario, esto es, el régimen de compraventa y tenencia de las divisas en el país. A lo que distinguimos como baja inflación se explica por la reducción del consumo, la reducción relativa de la oferta en la producción de bienes y servicios, el corte de la cadena de pagos, la transición de los pagos que en gran proporción pasaron a depender de un auxilio en subsidios y préstamos del estado y en un acuerdo de precios máximos que ha sido prorrogado ahora a mediados de julio del 2020. No es menor subrayar que este último acuerdo de precios se hizo con 9% de aumento, lo cual indica la tendencia en el corto plazo alcista que se señaló.

"...Todas las variables de la economía necesitan un delicado y trabajoso equilibrio entre lo que se gana con un esquema de medidas y lo que se resigna con ese mismo esquema de medidas". 

Ahora bien, el problema es de suma complejidad porque todos estos factores que se ponen en juego a la hora de tener una inflación como la actual no está coincidiendo con el nivel del dólar que exigen los que necesitan vender exportaciones, o, inclusive, algunos importadores industriales que necesitan más oferta de dólares que las que están disponibles. Los industriales en principio siempre se sienten alentados en su producción si hay un peso devaluado, pero la medida de esa devaluación a veces se vuelve en contra porque no pueden competir con los productos de importación. Por eso hace falta que la producción local tenga competitividad para aprovechar las devaluaciones competitivas y así evitar que se inunde el mercado con producción importada.


Como se puede ver todas las variables de la economía necesitan un delicado y trabajoso equilibrio entre lo que se gana con un esquema de medidas y lo que se resigna con ese mismo esquema de medidas. Ya que no hay esquemas ideales en esta materia.


Es de esperar que, por el bien del país, que se logren las estrategias necesarias que beneficien a cada actor en su justa retribución, pero ello se debe dar en armonía con todos. Hay que entender que el margen que gana cada sector debe estar acompañada por una contrapartida de esfuerzos, para hacer reinar una macroeconomía que sirva para la franca reactivación urgente en la salida de este nuevo desafío histórico en que está el país.

Por el Dr. Mario Alfredo Luna y el Prof. Fabián Alberto Núñez