Muchos docentes están aplicando el sistema empírico en educación, especialmente cuando se trata de enseñar materias ligadas a la tierra, como la botánica, la zoología o los suelos, y todas aquellas asignaturas que son factibles de "manipular" o sea tocar con las manos.


Últimamente con el despertar de la conciencia ecológica y ante la situación mundial por la crisis climática, se despierta el estimulo en la sociedad, para aportar su granito de arena y contribuir con pequeñas acciones a "salvar el planeta". Aquí es donde el ingenio y conocimientos del docente permite a la clase llegar a "terreno" y aparecen numerosas experiencias, que son el motivo de los alumnos, la huerta orgánica, cultivo de flores para los jardines, cultivo de aromáticas y viveros de plantas nativas, son algunos ejemplos que se instalan en muchas escuelas y colegios.

"Un puñado de tierra contiene más organismos y microorganismos que toda la población humana del planeta". 

Dos de estas expresiones, son la que llevan la delantera y son utilizadas en diferentes países con fines útiles. Por una parte la huerta agroecológica, que les enseña a los alumnos, además de cultivar hortalizas de gran variedad y sin agroquímicos, ha cumplir otro rol fundamental en la sociedad, pues llevar a sus casas verduras cultivadas por los hijos, hace un aporte a la alimentación y sirve de ejemplo a sus padres.


Sirva de didáctico ejemplo lo que realizan algunas comunas de ciertos países. París se encuentra en pleno proceso para convertirse en una capital "verde", Conscientes de los beneficios de fomentar el acceso a áreas verdes, las autoridades de la capital de Francia aprobaron una ley que permite a los ciudadanos tener sus propios jardines o huertos urbanos dentro de los límites de la ciudad.


Por otra parte, cuando la clase se dedica a cultivar plantines de árboles (nativos o no), la experiencia desde la recolección de semillas, la selección, el sembrado y los posteriores cuidados, están apuntando a combatir los procesos de desertificación que están asolando nuestros bosques, algunos de gran magnitud como los incendios, los desmontes agropecuarios y el avance de las ciudades a costa de las áreas rurales.


El rápido crecimiento de las ciudades en los países en desarrollo somete a los sistemas de suministro de alimentos de las ciudades a grandes exigencias; la agricultura urbana proporciona alimentos frescos, genera empleo, recicla residuos urbanos, crea cinturones verdes, y fortalece la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático. 


Otro aspecto directamente relacionado con los dos anteriores, es la salud de los suelos, recurso esencial para nuestra seguridad alimentaria: el 95% de nuestros alimentos viene de la tierra. Además, es el filtro natural de agua más grande del planeta: ayuda a abastecer al mundo de agua limpia. El suelo ayuda incluso a regular el clima, almacenando más carbono que todos los bosques del mundo juntos.


Los suelos son también uno de los ecosistemas más activos de la Tierra. Los suelos de todo el mundo abarcan un cuarto de la biodiversidad del planeta, lo cual incluye miles de millones de microbios que son la base de los antibióticos modernos.


En resumen, el suelo es fundamental para mantener al planeta sano. Sin embargo, los suelos sanos se están perdiendo a un ritmo preocupante: la fertilidad del suelo está en declive y la erosión y la sobreexplotación de la tierra nos está viendo perder terrenos potencialmente productivos para siempre.


En resumen, la educación juega, como hizo en todo momento, un rol muy importante en las sociedades, apelar a ella para trasmitir conocimientos a través de la experiencia dejará una marca imborrable en educandos y educadores.

Por el Prof. Raúl Bustamante Flores
Presidente Eco-Club San Juan