Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la cantidad de nacimientos por cesárea no debería ser superior al 15 por ciento de los partos. En sintonía con esta línea que busca reducirlas, el Colegio Americano de Ginecología y Obstetricia acaba de publicar un estudio que apunta a renunciar a la política "una cesárea, siempre cesárea".
De acuerdo con informes de la Sociedad Española de Obstetricia y Ginecología, el número de cesáreas ronda el 20% en ese país, aunque se calcula que treparía hasta el 40% en instituciones privadas. En tanto, se sabe que en Inglaterra el porcentaje se triplicó en los últimos 25 años y en la actualidad uno de cada cinco partos se realiza por este método.
En nuestro continente la tendencia va en ese sentido. Mientras que en Estados Unidos la cifra alcanzaba el 24% en 2001, una publicación del British Medical Journal reveló que en América latina se practican 850.000 cesáreas innecesarias por año. En Argentina las estadísticas oficiales muestran que este tipo de partos siguen aumentando: en los hospitales públicos del país se hacen casi el doble de lo recomendado por la OMS. En los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires crecieron un 29% en 10 años, y en el ámbito privado se calcula que sólo 4 de cada 10 embarazadas tienen partos vaginales.
Por su parte, la Dirección Nacional de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación, señala que en los hospitales del país, tres de cada diez nacimientos son por cesárea, en tanto en el ámbito privado, representan un promedio del 60% de los partos. Se calcula que una clínica factura el doble por una cesárea que por un parto vaginal. Los especialistas del Centro Latinoamericano de Perinatología (Clap), organismo oficial de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para investigación de los temas perinatales, afirman que la cesárea es una intervención quirúrgica y, como tal, tiene sus riesgos: además de aumentar la mortalidad materna hasta 10 veces en comparación con el parto vaginal, genera más riesgos de infecciones y hemorragias, y existen más posibilidades de que en embarazos posteriores se repitan las cesáreas. Si bien se reconoce que en muchos casos salvan vida materno-infantiles, en otros las complican en forma innecesaria.
Dado que no hay beneficio claro para el niño y hay riesgos de complicaciones para la madre, las instituciones sanitarias deberían hacer una evaluación de los factores que están induciendo a que se alcancen las cifras antes citadas.
