No se trata de una opinión subjetiva de los editores, sino un estudio basado en más de 450.000 artículos y citaciones científicas provenientes de más de 2000 ciudades de todo el mundo, publicados en revistas de la American Physical Society en los últimos cincuenta años.

El mapa muestra que, pese a la persistente superioridad tecnológica de Estados Unidos, el porcentaje de estudios de física originado en este país ha caído del 86% del total mundial en la década de 1960 a menos del 37% en la actualidad. Boston, Berkeley y Los Ángeles siguen siendo los centros de producción científica más importantes del mundo en la física, pero les siguen Tokio y Orsay (Francia).

En Europa, ya no hay un predominio absoluto de Inglaterra y los países nórdicos, como en la década de 1990, sino un gradual ascenso de ciudades en Francia, Italia y España. Pero no hay ninguna ciudad latinoamericana entre las primeras 100 productoras de conocimiento científico del mundo, Una tabla detalla que el 56% de las 100 primeras ciudades se encuentra en Norteamérica, el 33% en Europa, y el 11% en Asia.

Llamé al Dr. Nicola Perra de la Universidad Northeastern, uno de los responsables del estudio. "’Sí”, me dijo. "’No hay ninguna ciudad latinoamericana entre las primeras 100”. Es que las universidades latinoamericanas son bastante buenas en humanidades, pero no están entre las mejores del mundo en ciencias e ingeniería, según otro ranking, publicado por QS World University Rankings.

En filosofía, hay tres universidades latinoamericanas entre las mejores 50 del mundo (la UNAM de México, en el puesto 32, la Universidad de Sao Paolo de Brasil, en el 41, y la Universidad de Campiñas de Brasil, en el 44). Pero no hay una sola universidad latinoamericana entre las mejores 50 del mundo en física, química, ingeniería, astronomía, o ciencias de la computación, que incluyen a varias de China, India, Corea del Sur y Singapur.

Richard Florida, profesor de la Universidad de Toronto que es un gurú internacional en el tema de las ciudades innovadoras, me dijo que el mapa de Nature Scientific Reports es "’verdaderamente perturbador” para el mundo en desarrollo. Revela que pese a todo lo que se escribe sobre el ascenso del mundo emergente, y pese a la desconcentración de los centros científicos, la brecha entre los países ricos y pobres no está disminuyendo en el campo de las ciencias. Estamos en una economía global basada en el conocimiento, en la que la ciencia y la ingeniería determinan cada vez más la riqueza de las naciones. "’En el pasado, la ciencia era un reflejo de la riqueza de un país. Ahora, la ciencia es lo que produce riqueza”, dice Florida.

Mi opinión: El mapa del Nature Science Reports debería ser colgado en todas las universidades y edificios públicos de varios países latinoamericanos. Serviría para poner en ridículo las disparatadas afirmaciones de algunos presidentes, según los cuales sus países están en la vanguardia de la investigación. Si bien Brasil, México y Chile, entre otros, están aumentando drásticamente sus intercambios estudiantiles y académicos con universidades del primer mundo, los asiáticos lo vienen haciendo desde hace varias décadas. También es cierto que muchos científicos latinoamericanos -individualmente- sobresalen en las principales universidades del mundo.

Este mapa debería servir como un poderoso recordatorio del fenomenal desafío que enfrentan nuestros países para formar parte de la vanguardia científica mundial.