Es un hecho que nuestra existencia transcurre actualmente en medio de dos realidades que son muy difíciles de compatibilizar, ya que responden a dos proyectos de vida que son totalmente diferentes.

Mientras que un sector de la población está dedicado a llevar un estilo de vida considerado normal, trabajando y luchando para alcanzar sus objetivos, es decir un satisfactorio desarrollo personal y social, hay otro sector que está haciendo de la delincuencia su forma de vivir, a lo que ha llegado después de un complejo proceso social que lo ha puesto en esa posición en un país, o una provincia, donde no se debería justificar ese tipo de comportamiento.

En nuestra provincia, durante el transcurso de la última semana hubo al menos un hecho delictivo por día, que abarcaron desde los habituales arrebatos hasta robos con armas de fuego, como el caso ocurrido en el barrio Las Moreras donde un joven resultó con un disparo en la cara al intentar defender a su abuela de un grupo de ladrones.

Si bien estos hechos se enmarcan en una tendencia que se está dando a nivel nacional, lo que preocupa en nuestro caso es que la situación tiende a agravarse sin que surja un plan de acción por parte de las autoridades competentes, que busque frenar el crecimiento de la actividad delictiva en sus distintas modalidades.

Quienes pretenden llevar una vida normal están reclamando en forma urgente un mayor control por parte de las fuerzas policiales, al tiempo de que se comiencen a estudiar las reformas que hagan falta en los distintos ámbitos, incluida la justicia. También se requiere la puesta en marcha de un programa de sociabilización que oriente a quienes se han convertido en los verdugos de la sociedad.