Según datos publicados en The New York Times, un ciudadano promedio lee y o escucha en los Estados Unidos, diariamente, alrededor de 100.000 palabras entre impresas y en Internet así como las que se oyen en la radio y en la televisión. El autor de la nota -Nick Bilton- recordó que La novela de Tolstoi La Guerra y la Paz contiene 400.000 palabras, con lo cual se demostró la existencia de cierta velocidad en el quehacer huma no. Las 100.000 palabras vienen de un consumo diario de casi cinco horas ante las pantallas, 2,2 horas al día de radio, una hora los video-juegos y 35 minutos la lectura. Siempre dos de estas cosas se pueden hacer simultáneamente como ver una pantalla y escuchar radio.
En este circuito se mueven la formación del ser humano sin dejar de lado el entretenimiento a través de las fuentes mencionadas. Todo llega al hombre en forma casi inmediata.
Y es así, los hechos de todos los tiempos han demostrado que la cultura une así como la política desune y separa a la gente. Sí, la cultura es el campo más propicio para el entendimiento y la unificación. Sus raíces contienen la historia de todas las épocas y de todos los hombres y los sueños de todos los pueblos.
A menudo se confunde el contenido de los términos instrucción y cultura. Instrucción es el caudal de conocimientos adquiridos, en tanto la cultura es el conjunto de formas, modelos o patrones -explícitos o implícitos- a través de los cuales una sociedad expresa la forma de ser de las personas que la integran.
Si alguien se preguntara cuál es la base de la cultura, la respuesta debería incorporar tanto el buen uso del idioma como el comportamiento idóneo de las personas y su predisposición a ser parte de la comunidad en la cual vive. Es una especie de atmósfera en la que se pre-seleccionan silenciosamente las influencias actuantes.
La cultura elimina distancias al presentar puntos de convergencia amplios e identificables. Es -al decir de una antigua afirmación- la unificación de dos caminos, el del corazón y de la mente y ello conduce a eliminar las reacciones personales que tantas veces impiden coincidencias para el bien común. Y, por cierto, se necesita claridad mental.
Definitivamente, en la instrucción trabaja el proceso educativo, a partir de sus diversas fuentes, y en la cultura la síntesis de ese proceso más el conjunto de sensibilidades que hacen que la personas perciban lo más sutil de sus experiencias y aspiraciones.
La suma de los dos procesos diseñan el continente del vivir humano, ese espacio donde nada queda oculto y donde todo se expresa.
