El bagaje cultural ibérico transplantado en América, profuso y amplio, incluyó también las corridas de toros, tradición que se manifestó materialmente en la gran cantidad de plazas de toros que se construyeron luego de la colonización. En las capitales de los otrora virreinatos, especialmente en el de Nueva España, Nueva Granada y del Perú, como así también en las principales ciudades, esta costumbre era frecuente, incluso en algunos casos se mezcló con ancestrales ritos o fiestas de los pueblos originarios, en el caso del área de los Andes Centrales.

En cuanto a nuestra tierra, las fiestas taurinas comenzaron a partir del Siglo XVII y si bien no tuvieron la relevancia de los sitios nombrados, también se realizaron. Tenían como escenarios las llamadas +plazas mayores+ de las diferentes ciudades.

Cronistas e historiadores, dicen que estas corridas se realizaban en conjunto con algunas destrezas, como los "’juegos de cañas”. Fueron populares las corridas realizadas en el barrio de Monserrat, en Buenos Aires, aunque con el tiempo esta plaza fue destruida por las quejas de los vecinos por la pestilencia que emanaban los toros. Otro hito importante fue la inauguración de una plaza en Retiro, aproximadamente en 1800. En cuanto a los toreros, estos eran criollos, rara vez en tiempos de la colonia vino un peninsular, ya que resultaba muy oneroso. Estos "’matadores criollos” solían practicar el llamado "’toreo a la americana”, una variante del español, que se basaba en montar a pelo a los toros más cimarrones. En la zona de Cuyo por supuesto que existió esta tradición, las cuales se realizaban ordinariamente en consonancia con las festividades religiosas (Ver foto). Por ejemplo en Mendoza fueron usuales las corridas de toros durante la fiesta del "’Patrón Santiago”, en julio. En el San Juan colonial también las hubo, realizándose igualmente en la Plaza Mayor.

En pleno Siglo XX, llegaron al país dos famosos toreros llamados Cayetano Palomino y Manolo Martínez, quienes realizaron una enorme gira por distintos puntos de América. Hacia octubre de 1946 arribaron a Mendoza donde mostraron sus dotes. Un dato singular es que los toros fueron llevados desde el departamento de Calingasta. En el mismo mes llegaron estos toreros a San Juan y actuaron en el Estadio del Parque de Mayo. Resultan curiosas- mirándolo desde el presente- las propagandas periodísticas que se llevaron a cabo. Una leyenda de ellas decía: "’Ultima corrida en honor de las damas sanjuaninas”. Años más tarde, en 1954, por una ley nacional, las corridas junto con otros espectáculos o juegos, que implicaban crueldad con los animales, fueron prohibidas.

(*) Magister en Historia.