El Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como Banco del Vaticano, publicó ayer un balance anual por primera vez en sus 125 años de actividad, rompiendo un secretismo que lo había incluido en la "lista negra” de las instituciones financieras mundiales, al ser cuestionado por una supuesta falta de transparencia en sus actividades públicas.
La contundente e histórica apertura tendiente a depurar a uno de los sectores más cuestionados de la administración vaticana, es el resultado del trabajo encomendado por el papa Francisco a un comité de cinco miembros para que limpien la imagen financiera y realizar una reforma del IOR, sin descartar la posibilidad de cerrarlo definitivamente.
Si bien el objetivo declarado del banco es guardar y manejar el dinero para los departamentos del Vaticano, la ordenación de curas y monjas, las instituciones católicas y entidades relacionadas, el clero y los empleados de la Santa Sede, sus números no escapan a los de cualquier entidad crediticia privada. Se sabe ahora que en 2012 tuvo una ganancia neta de 86,6 millones de euros, cuatro veces mayor a las utilidades de 2011, principalmente por los mejores resultados comerciales favorables y el mayor valor de los bonos.
El presidente del banco, Ernst Von Freyberg, quien comenzó la gestión este año, señaló en su informe de 100 páginas, que esto era un intento por cumplir los compromisos de transparencia que los católicos de todo el mundo legítimamente esperan.
Aludía, seguramente, a la serie de escándalos en que se vio envuelto en las últimas tres décadas, particularmente en 1982, cuando fue vinculado a la quiebra fraudulenta del Banco Ambrosiano de Italia y, más recientemente, salpicado por una investigación de jueces italianos sobre lavado de dinero -que el banco niega- y el arresto de un prelado de la Curia, acusado de tráfico de dinero.
El año pasado, el IOR recibió depósitos de sus clientes por 6.300 millones de euros, repartidos en 2.300 millones en depósitos; 3.200 millones en contratos de gestión patrimonial y 800 millones en títulos, lo que supone un patrimonio neto de 769 millones de euros. El banco gestiona 13.700 cuentas de miembros del clero, empleados o exempleados del Vaticano.
La trascendencia de este giro, es otra muestra de la enorme firmeza transformadora de Francisco.