Celebración kirchnerista en el Congreso por la no expulsión de De Vido.


Nadie está exento de engañar o ser engañado. Convivimos en esa dualidad, entre verdades y mentiras, entre el bien y el mal, herencia que nos viene desde el Génesis con Adán y Eva, Caín y Abel. La corrupción es el correlato más directo de las mentiras y la cárcel y la deshonra pueden ser sus correctivos más efectivos. Sin embargo, no siempre falsear, exagerar, embaucar, estafar o calumniar sufren las consecuencias, e incluso cuando las tienen, pasa inadvertida la secuela más dañina de la mentira: la traición de la confianza pública.

Lo demuestra esta nueva época de la posverdad, en que las emociones y los "hechos alternativos" pesan más que la objetividad y la verdad lisa y llana. El presidente Donald Trump potenció la forma edulcorada de hacer política desde que fue candidato y antes como celebridad televisiva. En este contexto, en el que expresa unos cinco datos falsos por día, según una medición del Washington Post, el "rusiagate" no sorprende.

Los "gobiernos Pinocho" que deforman la realidad para su beneficio. Esta semana el kirchnerismo se abroqueló en el Congreso para defender al máximo actor de la corrupción, el legislador Julio De Vido, evitando que sea expulsado y expuesto ante la justicia. La impúdica celebración partidaria por la hazaña, ahora hace ver al Congreso la institución más repudiada del país.

Los casos de Odebrecht y "cargate" también desnudan que no siempre la aplicación de correctivos judiciales minimiza daños. Con Odebrecht existe satisfacción por la cantidad de ejecutivos, funcionarios y presidentes desenmascarados, muchos de los cuales están encarcelados. Sin embargo, pocos reparan en el perjuicio a otras empresas constructoras que competían en licitaciones, desconociendo que ya habían sido adjudicadas a sus espaldas.

Las secuelas de la burla también se aprecian en el caso de la industria automotriz. En un nuevo "cargate", ahora en Europa, se investiga a BMW, Porsche, Audi y Mercedes por "cartelizarse" o haberse puesto de acuerdo por décadas en materia de tecnología y precios. Las multas billonarias que se aplicarán quedarán para las arcas estatales, cuando fueron los consumidores los embaucados.

Las sanciones que el gobierno de EEUU aplicó esta semana contra 13 funcionarios venezolanos por lavado de dinero y colusión con el narcotráfico, son correctas y necesarias. ¿Pero recién ahora se aplican? cuando estos ilícitos son tan añejos como la revolución bolivariana.

Las mentiras también pueden ser destructivas, como las de George Bush que invadió Irak por armas de destrucción masiva que nunca encontró y pueden ser calumniosas como las del expresidente colombiano Álvaro Uribe que desautorizó las críticas de un periodista calificándolo de violador de niños.

Miremos donde miremos, las mentiras abundan, en distintos tipos, niveles y cantidades. Nos estresan y consumen. Pero sin correctivos adecuados nos destruyen la confianza.