La jueza María José Sarmiento convirtió en "ordinaria" la causa sobre la continuidad en el cargo del presidente del Banco Central, Martín Redrado, hecho que según el constitucionalista Eduardo Barcesat, de esa manera se demoran los plazos y "en el mejor de los casos el tema estará resuelto en cinco 5 o seis 6 años". La decisión judicial le quitó el carácter de urgente que pretendía el Gobierno nacional, incluyendo en ese carácter la causa sobre el uso de las reservas federales para el polémico Fondo del Bicentenario, destinado a pagar obligaciones externas.
La reacción oficial le dio otro perfil al sensato pronunciamiento de la magistrada. Entendió que con la medida se quiere "hundir al gobierno" a través de una "formidable maniobra política, mediática y judicial". No hubo reflexión sobre una lógica en la que los tiempos y los procesos tribunalicios no están subordinados a los caprichos del poder, mas si se plantean principios constitucionales.
Con su decisión, la jueza Sarmiento tranquilizó el país y anuló el intempestivo uso de los decretos de necesidad y urgencia (DNU) con el cual la presidenta buscaba ganarle al tiempo, alcanzar ciertas metas y justificar las decisiones apresuradas con explicaciones carentes de los apremios argumentados. El aprendizaje sobre el tiempo es fundamental, porque en el arco que va desde el apuro al dejarse estar, hay una multiplicidad de situaciones que pueden convenir o no. Para este gobierno el uso de los tiempos se traduce en "ya" o "ahora", situaciones que no duran ante la historia ni ante un país.
Si los ciudadanos argentinos analizan estas actitudes ganarán en el terreno de los aciertos. Vimos muchas cosas en nuestro país, escuchamos una diversidad de discursos -según quien o quienes estaban en el gobierno- y sufrimos la ausencia de un crecimiento social estable lo cual hace poner todo en duda. Y, la duda -según dijo el insigne Wolfang Goethe hace más de 250 años-, corta todas las posibilidades ordenadas.
La transparencia en la decisión de la jueza Sarmiento es un hecho que los argentinos no debemos olvidar. A pesar de que la imparcialidad, idoneidad y la probidad deberían ser habituales frente a las presiones del poder, ella ha dado muestra de que el país tiene mucha gente valiosa y que no hay que bajar los brazos.