La semana pasada tuvo lugar en Brasil la IV Cumbre de los BRICS donde se acordó la conformación de un Nuevo Banco de Desarrollo para financiar proyectos de infraestructura y potenciar el desarrollo sustentable de las economías emergentes. Una iniciativa que se propone como alternativa al ordenamiento institucional surgido con el fin de la guerra fría como el Banco Mundial y el FMI, basado en la globalización financiera, las políticas de ajuste neoliberal y la preponderancia de los EEUU como potencia hegemónica, lo que algunos analistas osaron en llamar el "fin de la historia”. Un sistema claramente desigual puesto al servicio de los países más poderosos.

Esta etapa del capitalismo mundial comienza a mostrar sus grietas en los años "90 con las sucesivas crisis, tal como sucedió en el 2001 en la Argentina, y finalmente entra en una aguda agonía con la caída de Lehman Brothers tras el estallido de la "burbuja” de las hipotecas subprime, poniendo en jaque al sistema financiero internacional en su conjunto.

En este contexto en el que comienzan a cobrar cada vez mayor protagonismo las llamadas economías emergentes, surgen los BRIC sigla que en inglés significa "ladrillo”, integrado por Brasil, Rusia, India y China al que luego se incorpora Sudáfrica. Este bloque de países representa el 42 % de la población mundial y casi un cuarto del PBI global.

La importancia de entender el surgimiento del bloque, en el marco de un proceso histórico de largo alcance, y los vínculos que se establezcan en el futuro con la región sudamericana implican una mirada estratégica para el desarrollo sustentable de nuestras economías y para la "construcción” de un nuevo orden multipolar que preserve la soberanía de los estados y propicie la mejora en la calidad de vida de los pueblos. La voluntad política y geoestratégica de esta asociación ha quedado plasmada en la reunión ampliada de los países de Unasur con los BRICS que se realizó el pasado miércoles en Fortaleza, Brasil.

Los jefes y jefas de Estado que participaron de dicho encuentro acordaron la necesidad de promover un sistema mundial más justo y equilibrado y reformar la arquitectura financiera internacional surgida con los acuerdos de Bretton Woods que ha resultado ser muy endeble a los embates del capital especulativo, tal como ha quedado demostrado con el hostigamiento de los fondos buitres a la Argentina y las maniobras para hacer caer el exitoso proceso de reestructuración de nuestra deuda soberana.

En este marco, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner expuso en el plenario la situación de la deuda argentina, la firme voluntad de pago que nuestro país ha demostrado en los últimos diez años y la necesidad de negociar con los fondos buitres una salida legal, justa y equitativa.

La irracionalidad del sistema actual permite que un pequeño grupo muy poderoso de acreedores que no acepta negociar pueda poner en riesgo, con la anuencia de un juez norteamericano, la posibilidad de que un Estado resuelva sus problemas de manera soberana, así como el esfuerzo de todo un pueblo para salir de una profunda crisis. Lo que sucede con la Argentina es realmente inédito y seguramente traerá consecuencias para los futuros procesos de reestructuración de deudas, aquí en la región y en países europeos como Grecia, Portugal y España.

Lo que, en definitiva, buscan estos grupos es volver a la lógica de sobreendeudamiento, para condicionar las políticas de desarrollo que se están llevando a cabo en Sudamérica y expoliar nuestros bienes estratégicos que son los recursos naturales. En los "90 fueron los activos del Estado, que se rifaron con las privatizaciones promovidas por el Consenso de Washington. Hoy la mira de los buitres está puesta en las grandes reservas de hidrocarburos, agua, alimentos y biodiversidad. Y no es casual, en este sentido, el ensañamiento con la Argentina, que cuenta con la segunda reserva de gas no convencional y la cuarta de petróleo no convencional del mundo.

No se trata de una disputa jurídica la pelea con los fondos buitres, sino de una cuestión geopolítica trascendental para el futuro de la región y del sistema mundial. Por eso la importancia de construir mecanismos alternativos que pongan el acento en el desarrollo sustentable y el bienestar de los pueblos en lugar de las finanzas de unos pocos. Por eso el contundente respaldo de la comunidad internacional y de los BRICS a la posición argentina. Es imprescindible conocer la historia de estos procesos, develando los conflictos de intereses que llevan implícitos, porque saber cómo llegamos hasta acá nos permitirá tener claridad sobre el futuro que queremos construir.

(*) Senador Nacional por San Juan.