Sergio Uñac estaba distendido, eran como las 18 del viernes 28 de diciembre. Hacía calor pero nada comparado con lo ocurrido días antes, al momento de los brindis navideños. Dejó que un fotógrafo de este diario le hiciera varias tomas: parado, sentado, con saco, sin él, en el jardín de Casa de Gobierno y en su oficina. El mandatario mostró predisposición para la ocasión porque sabe que las producciones periodísticas a veces no van con los tiempos de su agenda. Respondió de todo, incluso de lo más incómodo. Desde su relación con José Luis Gioja hasta la inseguridad, los cambios que no vendrán aún en el gabinete y algunos temas más. Sabe responder, por supuesto. No dijo nada que no haya dicho antes, salvo por un par de datos que luego irían a parar a la tapa de este diario. Se nota que la idea del uñaquismo es guardar los anuncios para los días en los que la campaña sea tema común entre los sanjuaninos. Pura estrategia. Pero al responder sobre su reunión con Roberto Lavagna, picada de por medio, el sanjuanino habló de un candidato de transición, frase que vienen repitiendo algunos opinólogos nacionales y hasta el mismísimo socialista Miguel Lifschitz, gobernador de Santa Fe, en alguna entrevista radial esta misma semana. ¿Puede Lavagna ocupar ese rol? ¿Sería un elemento unificador del peronismo? Presentado de esa forma, ¿es una buena carta electoral? Probablemente pueda ocupar el lugar de José Manuel de la Sota, quien el 9 de julio del año pasado se lanzó como "presidente de transición". "Nuestro país precisa de un ejercicio de coraje, como el que fueron capaces de hacer nuestros próceres", decía aquella vez el hoy fallecido histórico dirigente cordobés.


Vamos por partes. Lavagna puede ocupar ese rol de transición porque no podría ocupar otro. De llegar al poder, lo haría con 77 años a cuestas, un país incendiado económicamente, con gente muy molesta y un peronismo dividido en diez ambiciosas partes. Habría que preguntarle si está de acuerdo, pero la lógica indica que no debería aspirar a otro mandato luego de superar los 80 años de edad, en el caso de que llegara este año, por supuesto. A pesar de esos condicionantes, no deja de ser un buen aspirante al sillón presidencial, al menos un poco mejor que el resto de los nombres que asoman en la oposición argentina. Sergio Massa tiene una alta imagen negativa, Juan Manuel Urtubey es buen nombre, pero su gestión en Salta no lo ayuda, tampoco su cercanía con Macri ni su alejamiento con el kirchnerismo, a pesar de que en estos días les lanzó un gancho a los K al decir que los quiere en su armado; la propia Cristina Fernández pierde en segunda vuelta con seguridad. Y no hay muchos más. El cordobés Juan Schiaretti también sufre el error de haberse apegado demasiado a Cambiemos, lo que le resta fuertemente posibilidades electorales y le suma rechazo dentro del peronismo, casi en el mismo tono que al salteño. Después están los gobernadores peronistas y en ese lote aparece el sanjuanino Sergio Uñac, quien no mide en el país, pero que una buena elección en San Juan de la mano de una buena gestión provincial, lo pone al menos en el lote de elector. Al menos, porque todo hay que verlo con lupa y dentro de algunos meses, no ahora. Uñac no tira la toalla con la postulación, aunque tampoco la fogonea. Espera agazapado. Con ese panorama, no es mala idea lo del candidato de transición que mencionan Uñac y Lifschitz. El santafecino fue un poco más al hueso: "Sería trágico terminar entre Macri y Cristina. Creo que Lavagna es una de las pocas figuras que puede ser síntesis de distintas expresiones políticas. Cuando fue funcionario siempre tomó decisiones en favor de un modelo de desarrollo que nosotros compartimos, estamos pensando en un gobierno de unidad nacional, un gobierno de transición para sacar al país de este laberinto", dijo el socialista en declaraciones a los periodistas. Uñac, dijo algo similar antes de Lifschitz y después de él también: "Roberto -Lavagna- es una persona que viene a aportar, no tiene nada para sacar. Me parece que ante la situación actual que tiene el peronismo, donde algunos sectores están enfrentados entre sí, Roberto cumple esas condiciones. Hay muchos que piensan que Lavagna, u otro candidato de ese perfil, puede ser un candidato de transición que pueda mostrar gestión sobre sus espaldas". Acto seguido, se acordó de Sergio Massa, a quien le quitó los atributos que le había reconocido a Lavagna: "Presiento que el candidato debe ser una persona que pueda unificar los distintos sectores. No sé si hoy Sergio pueda tener ese perfil unificador". Palo para el de Tigre, aunque Uñac luego lo haya disimulado.


Urtubey se lanzó esta semana, y en una de las tantas entrevistas que hizo metió con fórceps al kichnerismo en su armado: "Obviamente, bajo determinados parámetros". "¿Cuáles?", preguntó la periodista del diario la Nación: "Querer ser parte de un gobierno de unión nacional que salga de la lógica de la confrontación y, obviamente, no estar involucrados en hechos de corrupción", respondió el salteño. No fue una frase feliz. Probablemente sí lo sea para aquellos que se hayan defraudado de Macri y lo vean como una opción "anti K", pero no para los que están del lado kirchnerista de la grieta, esos que sólo votarán a otro candidato sólo por expresa indicación de Cristina. Son muchos, le guste a quien le guste. Urtubey no cierra, aunque todo está en revisión por estos días. Yo no descartaría nada, en la historia de este país, el peronismo ha dado más de un vuelco.


Lavagna, ¿es buena carta electoral? Lo primero que le juega en contra es la edad, y lo segundo es el kirchnerismo, que no se ha mostrado afín al exalfil de Néstor, porque ese sector está esperando la decisión de su jefa. Lavagna ha dado señales al massismo y también al kirchnerismo, aunque aún no ha recibido ninguna devolución pública por ese gesto. El exministro tiene baja imagen nacional, lo que es complejo a estas alturas del año electoral, aunque aprovechable en medio de grandes nombres con enorme rechazo popular. Es decir, Lavagna puede crecer, para el resto eso es muy difícil. Además se ganó el mote de buen piloto de tormentas y es uno de los pocos quizás el único- exministro de Economía de la Argentina que puede salir a la calle sin sufrir un escrache. Parecería que es buen candidato, aunque para analizarlo habría que saber cómo va a llegar Macri para la mitad de este año.


El macrismo tiene varios problemas: el primero es la economía. Ellos dicen que la mejora se verá a partir del segundo trimestre de este año, aunque esa mejora probablemente sea en la macroeconomía, porque será difícil que de manera tan rápida llegue a los bolsillos de los votantes. En materia económica la gente vota con lo que tiene en la billetera al momento de entrar al cuarto oscuro, no hace proyecciones. Y el segundo problema de Cambiemos es poner en caja a algunos gobernadores de esa coalición que quieren adelantar comicios y dejar a su suerte a Macri. La primera es la bonaerense María Eugenia Vidal, quien de a ratos parece decidida a adelantar y de a ratos asegura públicamente que no haría nada que complique a Macri. Además de ella, amagan con lo mismo el mendocino Alfredo Cornejo y el jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, quien ya se aseguró la herramienta legal de poder diferir las elecciones, cosa que hasta hace poco no tenía.


Ya son nueve las provincias que adelantan: La Pampa, Neuquén, San Juan, Chubut, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y la última habilitada es Río Negro. Todas en manos de la oposición. Hay quienes piensan que como se perjudica a Cambiemos con el adelanto de elecciones, también será difícil que un candidato de la oposición logre que los gobernadores lo apoyen cuando ya han pasado dos contiendas electorales en las provincias. Es un riesgo para ambos lados, pero mucho más para Cambiemos, porque estará en análisis su gestión. La gente va a ponderar lo que ha hecho el gobierno nacional y Macri en particular hasta agosto y octubre. El de la oposición puede ser crítico, porque sencillamente lo somos todos.


A Lavagna lo conocemos bien los sanjuaninos y él al menos sabe en qué lugar del mapa está esta provincia, esperemos. Fue pieza fundamental para "arreglar" el drama de los diques que había dejado trabada la Cruzada Renovadora y el resto de los partidos que integraron la Alianza en esta provincia. Según admitiría luego José Luis Gioja, Lavagna y el dueño de Panedile, Hugo Dragonetti, habían sido los motores para que las empresas abandonaran la instancia judicial para llegar a un acuerdo y que la obra continuara. Acuerdo que le abrió la puerta a la obra, pero también a muchas sospechas que hasta hoy siembran dudas: los diputados opositores de la Comisión de Obra Pública han vuelto a poner en la mira aquel pacto, aunque todo eso es folclore sanjuanino que ni roza al exministro de Economía de Néstor Kirchner.


En fin, probablemente haya sido Uñac el que puso a Lavagna en carpeta electoral, no lo sé. Lo cierto es que aparece con alguna cierta posibilidad, en medio del lío que es la oposición nacional hoy. Le pregunté a Uñac si sería vice de Lavagna, me dijo que no. Le pregunté si Lavagna lo sería de él. También dijo que no, pero me dejo el beneficio de la duda hasta la mitad de este año, fundamentalmente por la segunda respuesta.