Beatriz Salomón, "la Turca", excelente comediante en uno de los programas más sanos y talentosos de la historia del humor.

Década del setenta. Un país malherido por la violencia trepada a las ideologías; de luchas partidarias intestinas, de muertes de uno y otro lado y gente que desaparecía a partir del terrible aparato del Estado. De la moda de las financieras, símil bancario con poco control estatal, que generalmente terminaba en quiebras o convertidas en bancos. Una de ellas, ubicada en la esquina de Mitre y Jujuy, se transformó en el banco Crédito Mendoza, y con el tiempo desapareció. 


Hoy funcionan allí dos juzgados de Familia. En el lugar donde están sus mesas de entradas estaban sus cajas. A una muchacha que atendía una de ellas, entrego un cheque que me paga en silencio. Sobresale la chica por su belleza y sobriedad; pienso que, posiblemente, para neutralizar habituales piropos de los clientes. Claro, fue reina de belleza varias veces, representando a San Juan. Era Beatriz Salomón, con el tiempo "la Turca" y excelente comediante de uno de los programas más sanos y talentosos de la historia del humor del país, junto al "Negro" Olmedo y gran elenco. 


La televisión argentina atesora periodistas y conductores dignos, que han hecho escuela por su ejemplo y hasta han pagado con la vida su contracción a ideales propios de la buena gente. Hay otros que son verdaderas bestias que se nutren del dolor ajeno y hacen de sus deshonrosos programas una fuente de aprietes y extorsiones si no se les otorga una nota; y, cuando se les da, se dedican a disfrutar de las desgracias de quien entrevistan (ejemplos hay y sigue habiendo por cientos); se alimentan del sufrimiento y edifican escándalos y a veces sus atropellos resultan la antesala de la muerte, a la cual construyen como quien hace una cunita o un hogar; tienen los "principios" tirados a catacumbas ignominiosas y carecen de valores ni siquiera para construir su propia vida. 


Un día de furia, esos en que las sombras se cruzan en el camino a arruinarnos la vida, le tocó a Beatriz sufrir uno de los más crueles episodios provocado por estos mercaderes del dolor y la desgracia. Fue expuesta ante los argentinos, por varias de estas lacras televisivas, a un escarnio que no sólo la sumergió junto a sus pequeñas hijas en un escenario de miserias e infortunio, sino, que cuando reclamó por la ofensa, sus verdugos se encargaron desde entonces de que no tuviera más trabajo en los medios. Y por este camino sinuoso de aprietes y amenazas, de espaldas y persecuciones, Beatriz fue presa fácil de los vericuetos escalofriantes del dolor; sufrió todo tipo de privaciones y soledad; fue inmolada en defensa del poder de inescrupulosos; se vengaron de su simple y honesto reclamo de justicia y trabajo. Toda ignominia fue posible en esa lucha desigual; la disgregaron como ser humano, la rebajaron al nivel de lo insoportable, hasta que su esbelto cuerpo de muchacha provinciana y su almita de buena gente no dio más. Breguemos porque esta injusticia no quede en el olvido ni la impunidad. Es posible que no lo permitan el universo ni la buena leche de la mayoría, que no debe callar.

Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete.