Cada día se habla menos de las virtudes de la vida en el campo, aun cuando nuestro país es grande gracias a él y a tantos nativos e inmigrantes. Adentrarse en ese ambiente rural, a veces también árido, inhóspito o despoblado, suelen ser tarea de seres modestos y reservados, pero, sobre todo, de amantes de la naturaleza. Y si se hace a caballo y por huellas y senderos no siempre conocidos, se disfruta de costumbres que guardan los originarios de cada lugar, muchas veces refugiados entre montañas y al son de arroyos murmuradores, en la soledad de un universo alejado de la urbe. Marcelo Jorge Lima sabe de esto porque lo vivió muchas veces como hombre de a caballo que es y desde muy joven, recorriendo la geografía sanjuanina, pero también Salta, Mendoza o Tucumán. E incluso con la realización y coordinación en trece oportunidades del Cruce de los Andes en aquel proyecto del Gobierno provincial que tuvo como objetivo principal demostrar la cuota importante de historia sanjuanina que alimentó la epopeya sanmartiniana de 1817 de la mano del general José de San Martín. Por eso, decidió volcar en un libro sus numerosas vivencias, producto de esos periplos que supieron seducir su placer de cabalgante. La obra se titula "Leyendas y relatos de nuestro pueblo", con ingeniosas y sugerentes ilustraciones de Verónica Idemi. En su prefacio el autor memora una remota frase de pueblos originarios y tiempos en que la naturaleza no había sufrido todavía agresiones del hombre y que puede definir bellamente las doce narraciones del autor: "El hombre es tierra que anda". Es que el andar de Lima tierra adentro no ha sido ni es súbito ni fortuito, sino pensado y preparado, lo que permite a muchos gozar ahora de sus pericias o exploraciones con estas travesías que son de complacencia personal, familiar o amistosa. Así, al abrir el libro en su comienzo, nos encontramos con un testimonio con nombre propio, "La Minga", denominación que se da en las lejanías a una reunión solidaria de amigos y vecinos, para la que no se necesita invitación; o "El arreador de vizcachas", al que conoció en el camino y cuyas habilidades, incluso culinarias, descubrió el autor; o "El afinador de acequias", y la célebre "Médica de la alfalfa", quien para Lima era "una especie de bioquímica avanzada", ya que con solo mirar la orina a través de la luz solar descubría los padecimientos del paciente. Junto a otros personajes como "Leoncio el cirujano"; "El boticario de la cordillera"; "Ángel, el meteorólogo", o "El Gringo", leyenda sobre un falso creyente de la Virgen del Rosario de Andacollo.
Si bien no es fácil separar automáticamente al autor de su condición de político, al mismo tiempo no debe sorprender su perfil gaucho, si recordamos que sus compañeros peronistas lo definen como aquel militante que ha sabido caminar sobre la alfombra como en el barro, conservando sus convicciones y poniendo oído a todo el que llegaba a visitarlo cuando se desempeñó como intendente, vicegobernador, como hombre público. Será por todo eso que quien prologa esta obra, el Dr. Abel Fleming, ilustre jurista salteño, escribe sin vueltas que Lima es "querido por sus partidarios y respetado por sus adversarios porque se distinguió siempre por su vocación de diálogo, el respeto por el otro, sus exquisitas maneras y fina educación (...) es un gaucho por elección, al que vi interesarse por las cosas criollas y atesorarlas con la mayor devoción".
Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista. Autor de "Así era San Juan cuando nació la Patria" (Cícero Ediciones, 2010).