Las estatuas de San Juan, cómplices de momentos y hechos históricos de esta ciudad, contienen una simbología vinculada con los próceres que representan.
Sin lugar a duda, entre las más importantes se encuentra la de Salvador María del Carril, Francisco Narciso de Laprida, Fray Justo Santa María de Oro y Domingo Faustino Sarmiento.
Le tocó al gobernador Chávez la misión de inaugurar los monumentos de Del Carril y Sarmiento, entanto que fue por una ley de 1888 que se dispuso la construcción de los monumentos a los congresales de Tucumán, De Oro y Laprida. La primera fue inaugurada por Carlos Doncel el 9 de julio de 1897 y la de Laprida en 1904.
No hay certeza de cuando se dispuso la realización de las estatuas de Sarmiento y de Del Carril, aunque se conoce que fue el propio Sarmiento el que decidió el lugar exacto que ocupa actualmente en la Plaza 25 de Mayo, cuando durante una caminata por las inmediaciones señaló con su dedo índice y expresó con penetrate afirmación… "¡y mi estatua…. ahí!”
El bronce de Del Carril, que conmemora al inspirado autor de la Carta de Mayo y vicepresidente de la Confederación Argentina, es obra del escultor italiano Camilo Romairone y está emplazado en un pedestal de piedra de la montaña sanjuanina, rematado en granito. Fue descubierto al público el 25 de mayo de 1899. Sufrió el deshonor de tres despiadados traslados, desde la plazoleta del ferrocarril al Parque de Mayo. Por último recaló como salvado de un naufragio en la plaza de Desamparados, donde hoy, angulada, sin perspectiva permanece olvidada. La ubicación de esta estatua debería reverse, para ser emplazada en el costado Sur de la Plaza 25 de Mayo, donde luciría y transmitiría su legado histórico.
La estatua en honor a Domingo Faustino Sarmiento está emplazada en nuestra plaza principal de la ciudad, frente al predio que ocupaba en antaño la Casa de Gobierno. Se considera que había sido colocada en ese lugar como vigía y custodio de la gobernabilidad y el respeto a las instituciones. No obstante este posible motivo, también se especula con que el prócer eligió ese lugar, por el sencillo objetivo de que su busto póstumo debía ubicarse hacia oriente, de donde proviene la luz, la sabiduría y, por cierto, hacia donde miran los altares de las catedrales e iglesias más importantes del mundo.
El bronce representa al "Maestro de América” en un sillón, en actitud de abuelo y con mirada de águila, entre la juventud, un muchacho y una niña con el libro de la cartilla, a los que el viejo luchador parece instar a acercarse. Es, sin duda, una obra escultórica extraordinaria, colocada a una altura apropiada para que los argentinos, sin distinción de edades, puedan reconocer el rostro inconfundible del prócer, inaugurada el 19 de noviembre de 1901.
Cabe preguntarnos ¿cuántos bronces más podrá generar esta bendita tierra?
