Las encuestas anticiparon que en la contienda presidencial venezolana entre Nicolás Maduro y Enrique Capriles, tendría una paridad que haría difícil señalar quién sería el vencedor. De hecho el presidente interino, según el boletín "irreversible”, del Consejo Nacional Electoral, habría vencido por una diferencia de sólo 1,5 por ciento. Capriles no reconoce la derrota y exigió un recuento de votos, tras denunciar que hubo 3.200 irregularidades.
A pesar del impacto emocional tras la muerte de Chávez y de los privilegios que tuvo en su campaña, Maduro logró 600.000 votos menos que Hugo Chávez hace seis meses y si no hubiera sido por la famosa Operación Remate, Capriles hubiera celebrado sin dificultades un triunfo histórico. Esa movilización de un millón de personas con fondos públicos, información confidencial de los colegios electorales y distintos niveles de presión a los votantes apuntados en listas estatales, fue un nuevo instrumento para amedrentar y encadenar voluntades.
La de Nicolás Maduro como nuevo presidente de Venezuela, será una presidencia que nace debilitada. Desde hace más de dos décadas los venezolanos soportan una inflación crónica que en 2013 sería del 25,2%, una de las más altas de la región. La ola de expropiaciones que Chávez llevó adelante dejó al país con más de 20 arbitrajes multimillonarios que aún debe afrontar y con la devaluación en 32% del bolívar, que generó dinero para paliar el déficit fiscal, se encareció el costo de vida. Los altos precios del crudo representan el 90% de las divisas del país, pero la producción está en baja por la ineficiencia de la gestión. El estancamiento es de tres millones de barriles diarios, pero según la OPEP, bajó a 2,3 millones de barriles diarios como consecuencia de la falta de inversiones.
Hace un mes, la Agencia Internacional de la Energía auguró "desafíos abrumadores” al sucesor de Chávez ante la necesidad de recuperar el sector petrolero y seguir financiando los programas sociales. De Petróleos de Venezuela (Pdvsa), caja grande y chica del Estado, salieron el financiamiento de los programas chavistas: 174.154 millones de dólares entre 1999 y 2012. El petróleo se vende con pago preferencial en el marco de Petrocaribe y de la Alianza Bolivariana del ALBA.
Todo parece indicar que ya no hay cabida para liderazgos mesiánicos en Venezuela o para ignorar a la otra mitad del país.
