Las elecciones convocadas en los Estados Unidos para el 8 de noviembre venidero, para elegir al sucesor de Barack Obama, se presentan con una campaña que puede ser una de las más largas y reñidas en la historia del país del Norte, según la intensa actividad de los candidatos a fin de sortear las diferentes etapas de una democracia que es referencia de transparencia en el plano internacional.
Este proceso que se llevará a cabo a lo largo del año, culminará cuando los miembros del Colegio Electoral de Estados Unidos y la mayoría de los votos de este cuerpo señale al candidato número 45 en ocupar la Presidencia, a partir de la asunción del 20 de enero del 2017. También deben ser electos 13 gobernadores y los nuevos parlamentarios para la renovación del Congreso.
Después de la elección en Iowa, el lunes último, la estrategias de los candidatos se trasladan New Hampshire, un Estado influyente en el noreste de EEUU, donde se votará una crucial elección primaria, el martes próximo. Aunque el proceso de elecciones primarias y ‘caucus’ (asambleas electivas, como las de Iowa) se prolonga por los 50 estados hasta junio, lo habitual es que el nombre del ganador en cada partido se conozca antes.
A veces, como ocurrió en el año 2000 con el republicano George W. Bush y el demócrata Al Gore, se conoce en marzo, después del llamado supermartes, cuando una decena de Estados vota a la vez y se difunde quién es el favorito. Desde ese momento el mundo podrá conocer quiénes son los candidatos que han quedado habilitados para ser nominados en la convención oficial.
Mientras tanto la mecánica electoral tiene variados e inéditos matices, como la presencia del polémico Donald Trump que sacudió las bases irreductibles del Partido Republicano, como también las expectativas de impulsar a una mujer para ocupar la Casa Blanca: Hillary Clinton. La ex primera dama norteamericana se juega para captar el voto latino para el Partido Demócrata frente a la campaña xenófoba de Trump y otros candidatos republicanos opuestos a la inmigración.

Clinton defiende la reforma sanitaria de Obama, entre las conquistas destinadas a la gente de menores recursos, y le ha recordado a los votantes de New Hampshire de ir a las urnas con la idea de que están eligiendo tanto a un presidente como a un ‘comandante en jefe’, en una velada alusión a sus conocimientos de política exterior, un punto clave en el pensamiento del ciudadano estadounidense.