El ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, y con él los integrantes del Consejo Federal de Educación -el cual reglamentariamente preside- están diseñando un nuevo ciclo secundario basado en el facilismo para que los chicos no abandonen sus estudios. Y, no se ha calculado el nivel de conocimiento que el alumno necesita para desarrollar su vida en medio de la sociedad que habita.

Sileoni anticipó por una radio que se haría un régimen especial, que incluiría más posibilidades de ausencia de las que figuran en las normas actuales. "Nosotros -dijo- no pensamos hacer un secundario de regalo. El secundario al que fue usted y al que fui yo ya fue, por decirlo en términos de los chicos. Estaba pensado para otra sociedad más homogénea"

En definitiva, Sileoni dijo que pensaba reformar el secundario "con un trato amable".

"Tenemos en el país 900.000 chicos afuera de la escuela. Primero hay una razón social y económica. Después hay razones que son cosas que ocurren dentro de la escuela", puntualizó.

Lo interesante es que no se entregaban estadísticas en el referido ministerio y que hoy sabemos que hay 900.000 chicos fuera del sistema. Chicos que hay que rescatar para asegurarles un futuro medianamente competitivo.

Oda al facilismo. El resto de las argumentaciones parece una oda al facilismo, en momentos en que el desarrollo de la tecnología y el intercambio mundial exigen estar al día con los sucesos, más flexibilidad mental y un desarrollo creativo que responda a dichas demandas.

Una sorpresa. En momentos en que escribíamos esta nota conocimos conceptos similares que emitía el profesor Rafael Bulacio desde Tucumán quien señaló que el Consejo Federal de Educación "nos sorprendió este fin de semana al proponer reformas en el secundario, que van en sentido inverso a lo que esperábamos; de manera consensuada los ministros de educación de todo el país, proponen poner fin a los exámenes de ingreso y a las expulsiones, autorizar más números de faltas a los alumnos que trabajan y a las madres adolescentes, elegir entre las materias cuatrimestrales y permitir llevarse más de tres previas anuales".

Recordó Bulacio que el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, explicó muy alegremente a un matutino porteño que "la nueva secundaria que es obligatoria desde 2006 será más flexible, será un camino más amable para los alumnos". ¿Qué está diciendo Sr. ministro? ¿A caso lo que los alumnos necesitan es simplemente mayor amabilidad? Por mucha amabilidad que se intente poner en nuestras escuelas públicas, no se logrará lo que todos anhelamos, que solo se consigue a través del esfuerzo, la dedicación y el estudio.

De acuerdo con Bulacio nos preguntamos que se espera de la educación ¿Cómo deben ser -en programas y resultados- sus ciclos y modalidades? Sileoni cometió el mismo error de muchos de sus antecesores: creer que lo que existe ya no sirve y que sus ideas redimirán el sistema. Esa repetición llevó al sistema a situaciones poco compatibles con las necesidades del alumnado y del país.

¿Qué clase de sociedad queremos conformar? ¿La del facilismo, la vagancia, la irresponsabilidad y la ignorancia?. Justamente ahora, en este Siglo XXI que exige como nunca antes, altos niveles de conocimiento, preguntó Bulacio. Coincidimos plenamente con él. Más, deseamos que sus palabras tengan una profusa difusión, que lleguen a las escuelas, a los profesores, a los alumnos y a los padres para que la sociedad se concientice sobre lo que debe ser la educación.

No se puede vivir sin el conocimiento como no se puede respirar sin oxígeno. Más, hay que despertar el amor al conocimiento y la responsabilidad del estudio porque son los dos principales objetivos de la vida joven. Y más todavía, la extensión de la conducta juvenil errada también tiene que ver con ésto y allí entra la responsabilidad de las familias. Hay tiempo para divertirse y para estudiar pero en la diversión no deben entrar los vicios. Una estadística termina de demostrar que hay muchos más chicos arruinados por el alcohol que por la droga aunque lo primero lleva a los segundo.

Nadie debe hacerse el distraído. Ni el hogar, ni la escuela. Ni los lugares a los cuales asisten los chicos en busca de distracción. Esa distracción trae víctimas cuyo número la sociedad nacional no conoce. Se habla sólo de la saturación de los hospitales.

De manera que estamos ante una gran responsabilidad social: que los jóvenes incorporen naturalmente cuáles son sus deberes y derechos para que puedan cumplirlos en la búsqueda de sus respectivos destinos.

Falta que los sectores responsables actúen a tiempo, que se hagan proyectos sustentables que los jóvenes puedan entenderlos y cumplirlos. Faltan decisiones políticas que garanticen el porvenir de los chicos. En definitiva, falta amor y responsabilidad. Sentimientos que juntos son invencibles aplicados al bien general, al bien común.