En Argentina se habla de democracia, respeto a la ley, pero pareciera que tan sólo como ideales declamados y no como imperativos que exigen ser incorporados para vivir civilizadamente. Los cortes de tránsito, las agresiones verbales o físicas y el desapego a las normas básicas de convivencia, se ha constituido en el mal nuestro de todos los días.

Lo sucedido la semana pasada con el corte de la Panamericana, uno de los principales accesos a la Capital Federal y por donde diariamente circulan 700.000 vehículos, es un claro testimonio del desorden social en el que se vive. En lo que va del año, en la Capital Federal se notificaron 440 infracciones por interrupciones viales, mientras que en el mismo período del año pasado hubo 265.

Otro caso de prepotencia fue demostrado por el director técnico del seleccionado nacional de fútbol, Diego Maradona. Tal vez pensaba que por el cargo que ostenta, las autoridades italianas iban a olvidar la deuda que tiene con el fisco de ese país. Al llegar a un exclusivo spa del hotel donde se alojaba, un comando de la Guardia de Finanzas le secuestró un par de aros de un valor estimado en 4.000 euros. Pero esto son migajas, teniendo en cuenta que Maradona adeuda al Estado italiano más de 36 millones de euros, y que diariamente aumenta en más de 3.000 euros por intereses. Esto no fue todo. Al regresar al país, sus primeras declaraciones relacionadas con la lista de jugadores para el próximo partido amistoso ante Ghana fueron: "Acá el que decide soy yo. Lo último que soportaría es que me impongan algo". Típica expresión de esa creencia de omnipotencia que tanto daño nos hace dentro y fuera del país.

Como si esto fuera poco, se ha pedido juicio político para una jueza de Faltas en la Ciudad de Buenos Aires por insultar y discriminar a dos agentes de tránsito, cuando fue a retirar su auto que había sido remolcado por mal estacionamiento. La funcionaria tiene 29 causas en trámite en la Justicia contravencional, de la que ella forma parte, por pasar semáforos en rojo y mal estacionamiento. En una actitud de soberbia, señalaba que ella no tiene que pedir ningunas disculpas por lo que hizo.

Democracia es sinónimo de libertad para vivir en sociedad, pero habrá que entender que libertad no es hacer lo que uno quiere, sino llegar a querer lo que uno debe hacer, para el bien propio y el de los demás.