
Algunos consideran que Estados Unidos es su país, a pesar de que los registros no los reconozcan como ciudadanos. Otros han formado su familia aquí, sus hijos no han conocido otra vida y están plenamente integrados en la sociedad. Pero vivir en los tiempos de Donald Trump marca sus vidas.
Las historias de cada inmigrante en Estados Unidos son tan variadas como los motivos que les obligaron a hacer las maletas y mudarse a un nuevo país: una catástrofe natural, violencia callejera y familiar o la miseria que causa una guerra civil. Pero más allá de sus diferencias, un gran número de inmigrantes que desde hace varias décadas residen en este país afrontan la misma incertidumbre al conocer que el actual Gobierno tiene la intención de revisar, y si procede anular, los permisos que han garantizado su permanencia legal en el país, en algunos casos por más de 25 años. Un panorama difícil que afecta a más de un millón de personas beneficiadas por programas de amparo como los 700.000 jóvenes bajo la Acción Diferida Para los Llegados en la Infancia (DACA), conocidos como "soñadores”, y los 400.000 inmigrantes acogidos desde 1990 por el Estatus de Protección Temporal (TPS), un amparo para personas de lugares que han sufrido desastres naturales y conflictos. Así viven bajo la incógnita algunas de las personas afectadas, que narraron cómo es su situación durante una visita que hicieron a Washington para sumar el apoyo de los congresistas a su lucha por una solución que estabilice su vida en el país del Norte.
En el caso de la inmigrante Perla Canales, después 21 años en Estados Unidos teme separarse de sus hijos y nietos. Ella vive en Nueva York con su familia, trabaja y paga tanto sus impuestos como la hipoteca de su hogar. Quedó viuda con cuatro hijos en Honduras, país devastado por el mortífero Huracán Mitch, y recibió el amparo del TPS en la década de los noventa. "Perdería todo, ya pertenezco a este país, ya contribuí”, cuenta antes de romper en lágrimas. Por su parte, María Elena, una nicaragüense que vive hace 12 años aquí trabaja en la Universidad Nova de Florida (NSU) hace un análisis descarnado sobre la situación de su país, donde hay violencia y desigualdad. "Nicaragua está al borde de una guerra civil. No es conveniente que vayamos a un lugar que es inseguro y desconocido para nosotros, que tenemos raíces aquí”, argumenta. El arraigo de María Elena, que es beneficiaria de TPS, es tal que, además de ser empleada en el centro educativo, ejerce las funciones de representante para sus compañeros, muchos de ellos ciudadanos estadounidenses, que, asegura, le "brindan todo el apoyo”.
Cada inmigrante es una historia que tiene que contar de sacrificios y desarraigo de sus países en crisis para buscar la seguridad en Estados Unidos. Sin embargo, por más años que tengan viviendo aquí, la incertidumbre de la administración Trump, los tiene al borde de un ataque de nervios, sin saber qué hacer en caso de que tengan que salir de este país que los acogió durante 10 ó más de 20 años, según el caso. Estas medidas polémicas por parte del gobierno están siendo repudiadas por distintos sectores de la comunidad
Por Javier Romualdo
Agencia EFE, Washington
