Los cada vez más frecuentes lapsus mentales del presidente Joe Biden y del expresidente Donald Trump, que muchos atribuyen a sus avanzadas edades, se han convertido en el tema clave de la campaña para las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Pero no estén tan seguros de que Trump disfruta de una clara ventaja en este tema. En primer lugar, tanto Biden, de 81 años, como su probable rival republicano Trump, de 77, están cometiendo cada vez más meteduras de pata en sus apariciones públicas. Si esto fuera una competencia de confusiones mentales, estarían empatados. Si Trump consigue la nominación republicana, como todo parece indicarlo, prepárense para un bombardeo de videos con que cada uno de los candidatos presentará a su rival como un anciano despistado. Recientemente, Biden confundió a los presidentes de Egipto y México, y al presidente francés, Emmanuel Macron, con el difunto presidente de ese país, François Mitterrand. Trump, por su parte, confundió recientemente al presidente de Hungría con el presidente de Turquía, que en inglés ni siquiera riman. Y Trump confundió varias veces en el mismo discurso el 19 de enero a su rival en las primarias republicanas Nikki Haley con la exlíder demócrata de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi. En noviembre, Trump confundió a los presidentes de China y Corea del Norte, y dijo que el líder norcoreano "Kim Jong Un dirige a 1.400 millones de personas". En realidad, Corea del Norte tiene una población de 27 millones de habitantes. Y Trump no sólo se confunde, sino que suele decir disparates. Ya cuando era presidente, Trump recomendó a los estadounidenses a inyectarse desinfectante para combatir el covid-19. Pero los temores sobre la capacidad mental de Biden dominaron los titulares en días recientes, porque que el fiscal especial Robert Hur emitió un informe el 8 de febrero en el que describía a Biden como un "anciano bienintencionado con mala memoria".

"Es cierto que Trump luce más vigoroso que Biden, pero comete tantos deslices mentales como el actual presidente"

Hur, quien había sido nombrado por Trump, había entrevistado a Biden durante cinco horas los días 8 y 9 de octubre. La campaña de Biden afirma que el presidente estaba con la mente en el ataque terrorista de Hamás que acababa de ocurrir horas antes, y que el informe de Hur fue un golpe político contra el presidente.

La edad y la memoria de un presidente son preocupaciones legítimas de los votantes. Y muchos desearían, yo incluido, que tanto Biden como Trump se hicieran a un lado y permitieran que candidatos más jóvenes se presentaran en noviembre. Pero si los estadounidenses se ven obligados a elegir entre Biden y Trump, sospecho que muchos llegarán a la conclusión de que la disyuntiva para la mayoría no será quién tiene mejor memoria, sino quién tiene mejores principios. Y en el campo de los principios, Trump está en desventaja.

Aunque muchos hoy dan a Trump como el favorito para ganar en noviembre, yo no haría ninguna apuesta. Si la economía sigue mejorando y el desempleo continúa cerca de sus mínimos históricos, las acusaciones mutuas de senilidad se van a neutralizar entre ellas, y puede ganar cualquiera.