En Argentina, el campo de la infancia se constituyó tempranamente en cuestión social desde los tiempos de la Colonia. El sistema jurídico aparece inicialmente regulando la vida privada de la familia y de los niños dentro de ella. Antes de la redacción del Código Civil en el país, el tratamiento de los problemas de la infancia, estaba vinculado a las figuras legales de la tutela, la curatela, la guarda y el depósito.

Estos institutos, cuyos antecedentes se remontan a la Legislación Española aplicada a las Indias, significaron estrategias de protección hacia los bienes de los menores, de amparo en situación de orfandad de ambos o un progenitor, y de cuidado y crianza. Estas prácticas sociales mostraron el abanico de estrategias desplegadas por familias no biológicas para criar y educar niños en situación de desventaja social. Lo que siempre se buscó fue proteger a los niños.

En nuestra provincia los "Hogares de Belén”, desde hace veintitrés años trabajan junto a la Justicia a favor de la infancia abandonada o desprotegida. De ahí que resulten hirientes y carentes de objetividad los conceptos de la jueza de Menores, María Julia Camus, quien no sólo calificó a esa institución como "una agencia de colocación”, sino que criticó abiertamente a sus predecesores. No se debería ignorar la idoneidad y búsqueda del bien de los menores que ha marcado toda la labor de los magistrados Lisandro Lloveras, Carlos Guido Ramírez y Estela Zorrilla de Rico.

Como señalaba un lector de DIARIO DE CUYO, comentando los conceptos de la jueza, lo afirmado por ella es una "adjetivación injuriosa”. El matrimonio Mengual y quienes integran esa maravillosa comunidad que son los "Hogares de Belén”, constituyen una insignia de entrega generosa y sin cálculos egoístas. Que 316 niños hayan sido reintegrados a las familias biológicas, adoptados, emancipados o en guarda, no es un dato a menospreciar.

Ellos tienen derecho a tener esperanza y futuro, anulando toda estéril burocracia. Aunque haya quienes busquen agraviar el trabajo de años, la comunidad no se deja engañar fácilmente. La Madre Teresa de Calcuta aconsejaba: "nunca prives a nadie de la esperanza, porque puede ser lo único que esa persona posea”. Los "Hogares de Belén”, no sólo han sido como esas posadas que acogen, brindando calor de vida, sino que han donado esperanza y amor sin límites.

Esto vale más que cualquier agravio o visión mezquina que ofende a quienes luchan por construir una civilización donde el otro no sea un número o un expediente.