Y al final, el día llegó. La semana pasada dos ministros de Cristina Fernández de Kirchner anunciaron que comenzarán a quitar subsidios a los usuarios residenciales. Lo que en la teoría para el Gobierno nacional no es un aumento en las boletas de energía eléctrica, luz y agua, en la práctica significa que, al menos en un inicio, algunos deberán pagar más. Por supuesto que el primer paso se dio sobre aquéllos que más tienen. Los malos de Puerto Madero y otras zonas "top" de Capital Federal. Y luego... quién sabe. El argumento es bueno, o al menos vendible ideológicamente -un terreno que el kirchnerismo conoce muy bien-. Dijeron que en algún momento el Gobierno iba a tomar esta medida, porque "no es posible que quien pueda pagar, tenga el mismo subsidio que quien no tiene empleo".

El subsidio no es malo, pero tiene mala prensa. Es como cuándo se habla de "corporativismo". Inmediatamente muchas personas se imaginan que hay personas que, unidas por el mal, mandarán el mundo al infierno. Todo porque están dentro de ese famoso e incomprendido "corporativismo". No es así. En realidad la palabra no implica esas imaginaciones. Implica eso y muchas otras cosas más, pero no exclusivamente eso. Con los subsidios pasa igual. Parecería que a cada empresa donde llegan subsidios, lo reciben porque tiene un arreglo corrupto con el funcionario de turno. Que está ganando millones de dólares y que no los invierte en el país, se los lleva muy lejos donde nadie pueda verlos. Y no es así o, al menos, no debería ser así. Como en el ejemplo anterior, no es exclusivamente así. De hecho los subsidios estatales se usan en muchas partes del mundo para impulsar el desarrollo de distintos sectores productivos. Ayudándolos a arrancar y luego a crecer. O para permitir oportunidades de crecimiento a una determinada cantidad de gente que, sin esa ayuda, caería en niveles de competencia muy desfavorables. Claro que los subsidios tienen detractores. Aquéllos que dicen que sin control terminan manejando toda la economía e interviniendo en los mercados, y regalándole a los gobiernos facultades que no deberían tener. Porque los gobiernos entregan más o menos subsidios según el sector productivo que quieran favorecer. Toda una discusión.

DIARIO DE CUYO publicó esta semana que hay al menos 2.127 industrias sanjuaninas que consumen niveles altos de energía eléctrica y que sí tienen subsidios. Sólo a modelo de ejemplo, un empresario contó que por una boleta de luz paga $683.230; de los cuales $324.000 son impuestos, y de los restantes $359.000, que es el consumo neto de energía, $100.000 los pone el Gobierno nacional ¿cómo hará para morigerar esos $100.000 si es que, como el mismo empresario prevé, se quedará sin esa ayuda? Es algo que el ejecutivo que cedió la boleta de la luz para la nota no quiso contestar. Todo el mundo imagina cosas, porque además, no hay certezas sobre el piso y el techo sobre los que se discutirá si se mantienen las ayudas o no. Y en el tren de la imaginación, nacen las especulaciones. Se supone que quienes puedan trasladar esos costos a su producto final, lo harán. Y los que no, se achicarán. Será entonces el momento del famoso enfriamiento de la economía. En el pelotón de los 2.127 hay bodegueros, metalúrgicos, constructoras, comerciantes, entre muchos otros.

Mientras a nivel nacional se debaten estos temas, en San Juan el veranito parece no terminar nunca. El Gobierno Provincial prevé recaudar 57,1% más que este año. Todo un sueño para cualquiera. La minería ayudará y mucho, pero también parece que se vienen nuevas estrategias de cobro de impuestos provinciales. Y ha preparado un presupuesto superior en casi un 30% a lo ejecutado en 2011. Aldo Molina, el ministro de Economía, dijo que "La provincia no se va a endeudar para cubrir los gastos del Presupuesto 2012". Hay provincias como Buenos Aires que prevén un nivel de déficit que llega al mismo porcentaje que su crecimiento: 5 al 7%, aproximadamente. La pregunta, que nadie en Casa de Gobierno quiere contestar todavía, es cómo hará la provincia para mantenerse al margen de la nube negra que viene de Capital Federal.