El Ranking Académico de Universidades del Mundo 2013 de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, y el Ranking QS de Universidades del Mundo 2013 de la consultora Quacquarelli Symonds, de Londres, son los índices internacionales más antiguos y conocidos. Miden, entre otras cosas, la reputación de cada universidad en círculos académicos internacionales, el porcentaje de profesores con doctorados, y sus logros en investigación científica.
Según el ranking de Shanghai, 8 de las 10 mejores universidades del mundo están en Estados Unidos. La lista la encabeza Harvard, seguida de Stanford (2), la Universidad de California en Berkeley (3), el Instituto de Tecnología de Massachusetts, MIT (4), la de Cambridge, Gran Bretaña (5), el Instituto de Tecnología de California (6), Princeton (7), Columbia (8), de Chicago (9) y la de Oxford, Gran Bretaña (10).
Entre las 100 mejores, el ranking chino incluye varias universidades de Japón, Suiza, Israel, Canadá y otros países, pero ninguna de Latinoamérica. Las universidades latinoamericanas mejor situadas son la de Sao Paulo, Brasil, entre los puestos 101-150, y la Autónoma de México y la Universidad de Buenos Aires, en el grupo 151-200.
El ranking de la firma QS, coloca a siete universidades de EEUU entre las mejores diez del mundo. Lo encabeza el MIT, seguido de Harvard (2), Cambridge, Gran Bretaña (3), University College de Londres (4), Imperial College de Londres (5), Universidad de Oxford (6), Stanford (7), Yale (8), Universidad de Chicago (9) y Instituto de Tecnología de California y Princeton empatados en el puesto 10.
Dentro de las 100 mejores instituciones, el ranking británico incluye la Universidad de Singapur (24), la de Hong Kong (25), la de Seúl, Corea del Sur (35), de Beijing (46) y varias de Asia. La universidad latinoamericana mejor situada es la de Sao Paulo (127), seguida por la Autónoma de México (163), y la Católica de Chile (166).
¿Qué hicieron bien las universidades asiáticas, e hicieron mal las latinoamericanas? Ben Sowter, investigación de QS, dice que las principales razones del atraso latinoamericano tienen que ver son su poco uso del inglés -vital en intercambios científicos internacionales- y su poca conexión con las mejores instituciones extranjeras. Pero eso está cambiando con rapidez. "Están en la dirección correcta, y posiblemente veamos los resultados en el curso de los próximos diez años”, señaló.
Sus vecinos deberían imitarlos. De otra manera, Latinoamérica seguirá perdiendo terreno ante los países emergentes dentro de la economía global del conocimiento, basada en la innovación que generan y comparten las mejores universidades del mundo.