Aunque casi toda la información sobre el ranking de 174 países se centró en los más corruptos del mundo, y de cada región, el hecho de que esos tres países latinoamericanos y caribeños salieran bien parados -igual que el año pasado- en esta medición anual pasó casi desapercibido. Es un dato interesante, porque contradice el estereotipo de que la corrupción forma parte del ADN de latinoamericanos y caribeños, y de que nuestros países están condenados a tener altos niveles de corrupción.
El Indice de Percepción de la Corrupción 2012, que usa encuestas de opinión pública y entrevistas a empresarios entre otras mediciones, va en orden de los países menos corruptos a los más corruptos del mundo. El ranking está encabezado por Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda (empatan el primer puesto), seguidos por Suecia (4º), Singapur (5º) y Suiza (6º). Entre los 20 países menos corruptos del mundo también figuran Alemania (13), Barbados (15), el Reino Unido (17) y Estados Unidos (19), seguidos por Chile y Uruguay (empatados en el puesto 20).
Inversamente, dos tercios de los países latinoamericanos aparece en la segunda mitad de la lista. Venezuela y Haití se cuentan entre los países más corruptos del mundo, empatados en el puesto numero 165 con Chad, Burundi, Guinea Ecuatorial y Zimbabue. Otros de la región que salieron mal parados son Paraguay (150), Honduras (133), Nicaragua (130), Ecuador (118), México y Bolivia (empatados en el puesto 105) y Argentina (102).
¿Por qué Barbados, Chile y Uruguay son menos corruptos que otros países de la región?, le pregunté a Alejandro Salas, director de la Oficina Latinoamericana de Transparencia Internacional. Me dijo que se debe principalmente a que esas democracias tienen una división de poderes y sistemas de contrapesos que funcionan, con ramas judiciales y legislativas sólidas e independientes, y libertad de prensa. "No es ninguna fórmula mágica, sino permitir que la democracia funcione, por eso hay un contraste tan fuerte entre esos tres países y Venezuela, donde pasa todo lo contrario”, agregó.
Hay razones para ser optimista, según Salas. Brasil (puesto 69), el país más grande de la región, adoptó recientemente drásticas medidas para combatir la corrupción, que seguramente se reflejarán en el ranking en los próximos años. Brasil puso en vigor una ley de transparencia para abrir legajos públicos a los ciudadanos, así como otra ley de "ficha limpia” que prohibe a las personas con antecedentes criminales presentarse como candidatos a cargos públicos.
Además, la presidenta Dilma Rousseff despidió a más de media docena de sus ministros debido a acusaciones de corrupción o a sospechas de conductas corruptas. Y tal vez más importante aún, el mes pasado la Corte Suprema de Brasil sentenció a José Dirceu -el poderoso ex jefe de gabinete de Luiz Inacio Lula da Silva, y una de las figuras más influyentes del partido gobernante- a diez años de cárcel, en un escándalo sobre sobornos del gobierno a los legisladores.
