La montaña y el ingenio del hombre dieron a luz a 33 mineros en una noche que el mundo no olvidará. "Bienvenidos a la superficie, a la vida”. Con estas palabras del presidente de Chile, Sebastián Piñera, fueron recibidos los conocidos ya como "héroes de Atacama”.
El mundo ha podido contemplar absorto una situación límite de experiencia humana, pero al mismo tiempo reconocer que la resistencia y el coraje, unido a un espectacular esfuerzo técnico, pueden demostrar todo lo extraordinario que el hombre puede lograr. Este hecho testimonia el rescate de los valores colectivos cuando se rescató a cada uno de esos hombres enterrados en una masa compacta de piedra de la que parecía imposible emerger. Es una demostración más de lo que podemos alcanzar cuando la gente coopera sin búsqueda de protagonismos para lograr el triunfo del bien. Esto es un ejemplo de lo que puede el ser humano cuando se propone priorizar y valorar la vida ajena.
Los primeros días, cuando se derrumbó la mina, esos hombres fueron dados por muertos, pero aquel "Estamos bien en el refugio los 33” fue una bocanada de aire fresco en medio del ahogo y de la incertidumbre. Bajaron a la mina siendo humildes trabajadores y salieron convertidos en héroes, demostrando al mundo que siempre debemos dejar espacio para la esperanza. Pero hay un ejemplo que no se puede soslayar, y es el del presidente Sebastián Piñera. Ningún político en su sano juicio quiere verse enfrentado al descomunal reto que ha representado el accidente minero.
Y si sucede algo así, lo que se busca es estar alejado de las cámaras hasta que se complete el proceso. Quizá actuó como un político atípico. Porque sabedor de un problema, el verdadero político busca pedir ayuda para encontrar la solución sin arrojar culpas y sin buscar adjudicarse la victoria. Frente a unos asesores que le habían aconsejado apartarse del problema, Piñera reivindicó su ímpetu y su voluntad de luchar a brazo partido en un asunto que había conmocionado a la república entera.
El mundo contempla admirado a un país unido en torno a unos trabajadores que han salvado la vida. Un país unido junto a un pozo del que el primer sonido que salió cuando se pudo hacer llegar un micrófono fue el de los 33 mineros cantando el himno nacional de Chile. Un país unido junto a un presidente, demostrando todos, que la unidad sin banderías es la que engrandece a un pueblo.
