Una agencia regional de educación superior de la Unesco conocida como IESALC, se reunió en Buenos Aires, el viernes pasado, para acelerar el proyecto de crear un ranking universitario regional. Según la entidad, la región considera que los rankings internacionales no se ajustan a "los estándares y necesidades” de las universidades latinoamericanas. ¿Se trata de un burdo intento de algunos gobiernos para escaparle al problema de salir últimos en los rankings internacionales?

Hay tres rankings principales de las mejores universidades del mundo, realizados en Gran Bretaña, Estados Unidos y China. Entre sus resultados más recientes se cuentan: El ranking global 2010-2011 del Times, de Londres, está encabezado por la Universidad de Harvard y otras universidades de EEUU, e incluye instituciones de China, Sudáfrica y Turquía. No hay ninguna latinoamericana entre las 200 mejores del mundo. El ranking de la revista US News and World Report/QS World University 2010, encabezado por Harvard, tampoco consigna a ninguna universidad latinoamericana entre las 200 mejores del mundo y el ranking de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, China, también está encabezado por Harvard y otras universidades estadounidenses. La Universidad de Sao Paulo, Brasil, está entre los puestos 101 y 150.

Pedro Enríquez Guajardo, director de la IESALCO, con sede en Venezuela, me dijo que "estos rankings no satisfacen los requerimientos de la región, porque utilizan indicadores muy poco aplicables” para las universidades latinoamericanas. Los críticos dicen que estos rankings internacionales son tendenciosos porque no toman en cuenta el rol social de las universidades latinoamericanas a favor de las clases mas necesitadas. Asimismo, favorecen a las naciones angloparlantes, porque muchas de las entrevistas a los académicos son realizadas en inglés, y la mayoría de las publicaciones académicas están escritas en inglés, afirman. Además, las universidades latinoamericanas tienden a ser mucho más grandes que las de otras partes del mundo, y por lo tanto salen mal paradas cuando se usan indicadores como el número de profesores por alumno, agregan.

Cuando le pregunté qué opinaba de estas críticas, el director del Ranking del Suplemento de Educación Superior del Times, Phil Baty, me dijo que las evaluaciones académicas se basan en encuestas a 13.000 docentes universitarios en todo el mundo, realizadas en nueve idiomas, incluyendo el español y el portugués.

Mi opinión: Los críticos tienen razón cuando señalan que los rankings internacionales no contemplan algunas características propias de las universidades latinoamericanas. Sin embargo, crear un ranking regional a gusto y medida de la región es un error, que solo ayudará a escaparle al problema de fondo. En China, el gobierno ha anunciado oficialmente su meta de "internacionalizar” las universidades, y toma muy en serio los rankings internacionales. Los países latinoamericanos deberían hacer lo mismo, y usar los rankings internacionales como un factor movilizador para mejorar su enseñanza superior, como ya lo están haciendo algunas universidades de la región. Negar la validez de los rankings globales es como retirarse de la Copa Mundial de fútbol para competir solamente en el vecindario.