La tragedia y el renacer. Dos imágenes que muestran el temple de los sanjuaninos para salir adelante. La del terremoto de 1944 a la ciudad más moderna del país.

Desde la gran tragedia ocasionada por el terremoto del 15 de enero de 1944, puede decirse que somos hijos y nietos de sobrevivientes. Los sanjuaninos sí que sabemos lidiar con la adversidad y las pérdidas. Póngase o no en tela de juicio el conteo hoy, las diez mil víctimas de la tragedia nos ubican al menos hasta la actualidad (y esperemos que por siempre sea así y ninguna otra la supere), como la peor de que se tenga noticias en Argentina. Quedamos literal y palpablemente destruidos. Fue un renacer de las cenizas, de los escombros, de un azote que mató, agrietó, redujo y lastimó, que dejó orfandad, incapacidades, sueños e ilusiones rotos, vidas prósperas truncas en muy pocos segundos. De ello se emergió no sin sacrificio y coraje.

Muchos son aquellos que se han anticipado a predecir sus ruinas personales por lo económico, sin valorar otras cosas, ante el severo "parate" que impuso la pandemia. Es cierto que para muchos es crítico, doloroso y hasta definitivo si no se encuentran los recursos necesarios o se accede a aquellas ayudas y beneficios que probablemente activen mecanismos para rearmar negocios y seguir adelante. Han olvidado el espíritu de los sobrevivientes, el barajar y dar de nuevo, aún empezando desde cero.

Recordemos que 76 años atrás no disponíamos ni siquiera de un pequeño porcentaje de los recursos de hoy en día. Pueblos enteros han superado crisis peores. Nosotros no vivimos en guerra con nadie, no nos jaquea el hambre, no tenemos que escondernos en cuevas, ni nuestros niños empuñan armas, hay una gran porción de juventud sana y con empuje. Todavía tenemos un vivir digno y si hay fe, todo se nos va a dar por añadidura.

¿Esfuerzo otra vez? ¡Por supuesto! Lo exige una hora de incertidumbre, dolor, muerte, angustia que gracias a Dios apenas nos ha rozado.

Un negocio se reinventa, un camino se abre andando, las posibilidades son infinitas cuando hay vida, salud y energías. Adosando a eso los recursos tecnológicos de hoy, todo es posible. Nada en el año 2020, pleno siglo XXI, es como en aquellos lejanos días de la década de 1940. Y, si ellos, nuestros ancestros pudieron, nosotros también podremos. ¡Fuerzas, sanjuaninos!

 

Por Ada Gámez
DNI 14.991.576