No hace muchos años, recuerdo, el exgobernador Wbaldino Acosta subía a los escenarios de campaña con la música de la película Rocky de fondo. Sus rivales políticos lo atacaban diciendo que ya era grande para el cargo que pretendía conservar, en ese momento, a través del voto popular. La contrapartida que fabricaron sus colaboradores para contestar aquellas críticas fue mostrarlo activo, joven, vivaz. Su manera de hablar y su aspecto no lo ayudaban. Era un hombre de voz potente, pero de ritmo cansino. Muy seguro e inteligente para manifestar cualquier idea, pero la lentitud que tenía al hilar una palabra con la otra convertía su imagen en la de alguien demasiado protocolar. Un candidato 'viejo' decían todos en aquel momento. Para colmo enfrente tenía a Roberto Basualdo y José Luis Gioja, quienes en esa elección, la de 2003, tenían 46 y 54 años respectivamente, frente a los 65 del bloquista. Basualdo nunca fue un buen orador, pero tenía claro el verso. Y Gioja ya por esa época ostentaba experiencia y viveza criolla incomparables. La parada era muy difícil y Wbaldino lo sabía. Dicen que se bajoneaba muy rápido, que sentía cada golpe con mayor dureza que sus contrincantes. Para que no se desanimara, hubo un par de colaboradores suyos que llegaron a esconderle encuestas de intención de voto. Le decían que estaba bien, que no se preocupara, que la gente iba a preferir su seriedad, seguridad y experiencia a la aventura de Gioja o de Basualdo, ambos sin training en la conducción de cualquier Poder Ejecutivo. Su entorno le mintió y Acosta terminó tercero, con menos de la mitad de votos que Gioja. A la distancia se puede afirmar que hubo dos problemas que evidentemente Wbaldino no supo manejar aquella vez y que pueden, hoy y siempre, complicarle la vida a cualquier dirigente en cualquier parte del mundo donde haya democracia: los tiempos y el entorno. El entorno es ese extraño grupo de colaboradores que aconseja al líder, que lo contiene, que cree tener derecho a opinar sobre todas las acciones de quien conduce, y que esas opiniones deben ser vinculantes. En el entorno hay de todo: están los que ayudan de verdad, los que creen hacerlo, y los que el líder deja que piensen que pertenecen a esa esfera exclusiva, obviamente, por alguna extraña conveniencia de coyuntura del conductor. Acosta sufrió su mal manejo del entorno, que terminó empujándolo a abismos inexistentes.

Tener buen timing con sus colaboradores es importante, aunque no determinante, como sí lo es el buen manejo de los tiempos. Conducir los tiempos políticos es una ciencia que solamente se aprende con el correr de los días, que no se enseña, que no se encuentra en los libros. Gioja fue bueno en eso, por ejemplo. Jugaba con sus contrincantes, pero también con colaboradores. Nunca mostraba las cartas sino hasta casi el final de la partida. Sabía en qué momento pedir y en cuál quedarse callado. Probablemente la elección de 2011 haya sido su metida de pata más grande, porque a la distancia, con el diario del lunes en la mano, si Gioja dejaba pasar la gobernación de ese año, hoy no tendría la mala imagen que tiene.


¿Qué tiene que ver todo esto con el presente? Aquí vamos. Sergio Uñac está atravesando el momento más importante de su extensa carrera política. Tiene chances de ser candidato a presidente, nada más y nada menos. Esta semana vinieron dirigentes de alta talla, como Miguel Ángel Pichetto y otros y dijeron que lo tienen entre los cuatro o cinco que pueden encabezar una lista opositora en la durísima contienda electoral del año que viene. Si bien Pichetto o Graciela Camaño, otra que declaró apoyo al sanjuanino, son sólo legisladores que no definirán nombres y que carecen de poderío territorial, ambos ostentan ciertos laureles en el Congreso de la Nación y son más o menos escuchados en el descalabro actual del peronismo. Que hablen en Buenos Aires entre cuatro paredes de Uñac es una cosa, pero que lo hayan dicho en San Juan y en los discursos, es otra muy distinta. Ojo, también lo dijeron Fernando Espinoza y Verónica Magario, dos que sí tienen dominio territorial y que están cerca de Cristina Fernández, la figurita difícil en este incipiente intento de armado peronista.


Uñac tiene oportunidad de manejar los tiempos como le plazca, porque tiene una administración que le permite darse ciertos lujos. Puede repetir mandato el año que viene y de hecho es lo que viene declarando desde el día que este diario publicó en tapa una frase que viene repitiendo sistemáticamente desde hace un mes más o menos: 'Mi prioridad es San Juan, pero no descarto nada'. Para llegar, debe saber manejar los tiempos, cosa que ya hizo varias veces. Es un juego peligroso que no tiene parámetros, que no ofrece garantías, que no tiene vueltas. El contexto no ayuda, porque la gente hoy está pensando solamente en el plato de comida del día. Si es bueno manejando estas oportunidades, este es un excelente momento para demostrarlo. Probablemente haya cuatro o cinco meses de ansiedades, la propia y la de sus colaboradores, que deberá conducir hábilmente. Por ahora, sin que esto suene a sugerencia, no sería mala idea ponerle un freno a la locura de algunos que ya lo ven asumiendo la Presidencia, cuando aún no saben si van a ganar los departamentos. La carrera es larga.