Luis Tello.


La Historia del arte de la danza en los tiempos actuales registra el paso a la perpetuidad de dos insignes autores de sendos legados culturales de Jáchal con proyección provincial. Y, mucho más todavía, a partir del fallecimiento reciente de dos maestros de la danza, como Alberto Paraskivas Mathius (en junio de 2019) y Luis Alberto Tello (en febrero 2020). Ambos habían continuado con el legado de don Ubiler Fernández (Carnavalito) con su Academia de Danzas Ñusta, primer maestro de danzas en Jáchal. Ellos fueron la base física donde principiaron el desarrollo de su enorme empresa cultural. En el caso del maestro Luis Tello, en la calle Rawson frente al viejo edificio del Correo argentino, mientras que en el caso del maestro Alberto Mathius en la esquina de calles Agustín Gómez y Sarmiento. Estos sitios quedarán grabados como las trincheras donde desde la década de 1970, labraron el sostenimiento, creación y recreación de la identidad patria, a través del desarrollo de la técnica de la escenificación plástica. Esto es en la faz vernácula, regional y de la nación, con una innegable proyección universal.

Alberto Mathius.

Entre ambos forjaron una continuidad alternativa en la cooperación hacia el progreso en el sostén y la creación de la danza nativa en clave jachallera. Primero fue el maestro Luis Tello, con su memorable grupo, "Luis Tello y su Ballet", más tarde denominado "Ballet Municipal", el que forja la temprana formación de Alberto Mathius, y que como diría el Martín Fierro, "al poco de andar" ya se desplegó la necesidad de que el discípulo fundara su propio ballet, "El Ballet Jáchal", por la singular impronta personal que mostraba. Y, al fin de cuentas, ganó Jáchal, pues ya no habría un solo ballet de alta gama, sino, dos. Estaban unidos en lo sagrado de rendir culto a la patria, por medio de la danza nativa, y, a la vez, se diferenciaban por un torrente productivo en la visión específica en el modo práctico de producir el alto arte que profesaba cada uno de ellos. Todo lo cual llevó a enriquecer sinergéticamente la diversidad de la cultura jachallera. Ellos dieron sentido y contenido a todo evento festivo que rindiera tributo a la tradición argentina. Ambos maestros, cada uno con su ballet, sembraron y cosecharon lo más enaltecido que un ciudadano pueda hacerse acreedor: el cariño y admiración por hacer revivir a la historia patria en Jáchal. Como se dice en un verso memorable del poeta Coronel Lugones, sobre el gran poeta huaqueño, Buenaventura Luna, Luis Tello y Alberto P. Mathius, "no han muerto, solo se han ido de Jáchal". En vida tuvieron el reconocimiento de sus congéneres. Sin embrago, no quita que el hecho de la muerte de los maestros suscite reconocimientos post mortem que están fuera de toda duda. Así también lo manifestaron personalidades de la cultura, en los niveles legislativos de Jáchal, de San Juan y la Nación, por su contribución a la cultura. Y tanto o más que ello, se merecen que su legado sea cristalizado en documentales gráficos y multimediales, pues en ambos legados hay una fuente inagotable de inspiración. El Mérito sintético de estos dos excelsos maestros de Jáchal, en definitiva, consiste en haber honrado desde el arte de la danza el verdadero ser del alma folklórica de Jáchal, de San Juan, de Argentina y de Latinoamérica. Parafraseando al Horacio Guarany que decía: Tal vez don Ramón Espeche, Santiago "el Chúcaro' Ayala, don Ubiler "Carnavalito" Fernández los miran como sus hermanos más fieles, y desde el cielo les tiran un vino caliente pa' bailar con ellos". 

Por Dr. Mario Luna y Prof. Fabián Nuñez