En un mensaje del 2 de junio de 1945, Pío XII decía: "Nosotros mismos durante la guerra no hemos cesado de oponer a las ruinosas e inexorables aplicaciones de la doctrina nacionalsocialista, que llegaban a valerse de los más refinados métodos científicos para torturar y suprimir personas frecuentemente inocentes, las exigencias y las normas indefectibles de la humanidad y de la fe cristiana". El Papa invitaba a las potencias vencedoras para que fueran moderadas y no se dejaran guiar por el espíritu de venganza respecto a los pueblos vencidos. Pío XII consintió que fueran legalmente verificadas las responsabilidades incluso individuales, castigados los excesos, pero que no fuese atribuida al entero "pueblo alemán", ya gravemente golpeado por una guerra tan desastrosa e inhumana.

El ambiente católico era del mismo parecer del Papa, que invitaba a los pueblos cristianos a la pacificación y a la construcción de un nuevo orden internacional, fundado sobre la justicia y la democracia, pero fue hábilmente instrumentalizado por la prensa comunista, para crear la leyenda de un Papa amigo de Hitler y de los nazistas. Radio Moscú comentó con palabras muy fuertes, como no había ocurrido hasta entonces, el mensaje papal.

Así, Pío XII fue acusado de ser el Papa de Hitler, de no haber condenado el nacionalsocialismo y de haberse quedado en silencio frente a las atrocidades de los nazistas: "Ninguna atrocidad realizada por los hitlerianos causó el desprecio y la indignación del Vaticano", decía Radio Moscú, que dirigía la prensa comunista internacional en la campaña anti Pío XII y anti vaticana. Además, en ese texto están ya indicados en modo preciso y puntual todos los temas de la "leyenda negra" sobre Pío XII: en él por primera vez se habla del silencio del Papa sobre la masacre de los judíos. Esos motivos serán después repetidos por la prensa comunista rusa europea, pero también por la izquierda cercana más moderada. Incluso varios católico-socialistas se dejaron influenciar por tal propaganda.

Tales posiciones contribuyeron a crear y a mantener en vida, por motivaciones ideológicas a veces diferentes, la leyenda negra de un Papa comprometido con el nazismo y de algún modo corresponsable del mantenimiento del régimen hitleriano, leyenda que en el clima político de aquellos años, marcados por la contraposición ideológico-política de la guerra fría, ninguno se permitía rebatir en el plano histórico.

Estudios recientes están contribuyendo a analizar con mayor objetividad y distancia la figura de Eugenio Pacelli separada de la leyenda y de las ideologías. La futura apertura de los archivos vaticanos referentes al pontificado de Pío XII, contribuirá a aclarar esta delicada materia y a hacer justicia a un Papa que ha sido, en el difícil clima de la guerra, un sabio obrero de paz y un maestro de humanidad.