La necesidad de incorporar a los biocombustibles producidos en el país a la matriz energética nacional, priorizando el abastecimiento interno, es un cambio en la política del área propiciada por el comportamiento del mercado de exportación y el creciente consumo local. Hasta ahora la Argentina concentraba prácticamente toda su oferta de biocombustibles en los despachos al exterior, pero los nuevos valores internos de naftas y gasoil, de origen fósil, junto a las necesidades del parque automotor, han llevado a un cambio de estrategia, según se interpreta en este giro estratégico dado.
Debe recordarse que en sólo cuatro años, nuestro país se convirtió en el primer exportador mundial de biodiesel y el tercero en producirlo, a la vez que registra un fuerte crecimiento en la elaboración de bioetanol, utilizado para un corte con las naftas, que llegará al 5% en 2012. Por su parte el biodiesel permite cortar el 7% del carburante fósil, lo que ha logrado sustituir importaciones de gasoil por 900 millones de dólares, según los datos oficiales.
La medida dispuesta por el Ministerio de Planificación, lleva a una tendencia mundial de ir paulatinamente reformulando las matrices energéticas con la introducción de combustibles ecológicos para atenuar los efectos contaminantes de los hidrocarburos, a la vez que se buscan nuevas fuentes renovables y limpias. Pero también juega un papel fundamental el factor económico para el usuario, que observa cómo los costos domésticos -que avanzan rápidamente hacia los valores internacionales-, por lo que no deberían existir diferencias de precios entre uno y otro carburante, o que un mayor porcentaje de biocombustible en los fósiles determine nuevos aumentos de precios.
