Nuestro país retrocedió diez lugares en el ranking de países exportadores, según la Organización Mundial del Comercio, en 2008, previo al colapso de los mercados mundiales.
Dejando de lado la crisis, a la Argentina le cierran las puertas los mercados externos como consecuencia de la imprevisibilidad política que afecta al sector. Las medidas intempestivas y el intervencionismo oficial han incidido negativamente, perdiéndose la competitividad y las ventajas comparativas surgidas tras la salida de la convertibilidad, entre ellas el valor del dólar. Paradójicamente, se perdió terreno frente a países que no apostaron al dólar "recontra alto" -según la jerga exportadora-, entre ellos Brasil, Perú y Colombia.
Esto demuestra la falacia del tipo de cambio favorable; lo importante es tener programas y políticas consistentes de largo plazo, o mejor dicho una política de Estado para el comercio exterior que supere a la inmediatez, y la sostenga más allá de los ciclos económicos del país. El castigo fiscal jamás podrá compensar al cambio favorable, que aquí se presenta como la panacea exportadora.
El pago de 14 dólares más IVA por cada camión se superpone al cargo de u$s 3 por tonelada que abonan los exportadores a la Administración General de Puertos y u$s 1,50, en concepto de uso de la terminal. Esto se suma a las fiscalizaciones de la AFIP, a la Secretaría de Transporte, al Ministerio de Trabajo y a las exacciones logradas por Hugo Moyano.
No hay antecedentes de países que hayan crecido mirando sólo al mercado interno y a los ingresos tributarios.