Para hacer frente a los aumentos en el precio de la carne, el Gobierno decidió aplicar más restricción a las exportaciones, acuerdos de precios con las principales cadenas de supermercados, y subsidios para algunos productores.

El incremento de precios tan abrupto y en tan pocos días tiene su razón de ser. Hay una serie de factores que están incidiendo y que podemos detallar de la siguiente forma: El stock de ganado bovino que supo estar en 56 millones de vacunos hoy no es mayor a los 51 millones. Había algo más de 20 millones de vacas madres y hoy no más de 19 millones. Antes de la gran sequía, el porcentaje de preñez estaba un poco por encima del 65%, y producto de la misma no se llega ahora al 43 por ciento. La ecuación de la cría arrojaba algo más de 13 millones de terneros y este año no se tendrá más de 10 millones. El peso de faena antes del advenimiento del feedlot (engorde intensivo en corrales) era más de 300 kilos, y actualmente no supera los 220 kilos. El retraso en el pago de las compensaciones a los feedlots genera una marcada reducción en la capacidad ocupada de los mismos, con la consiguiente merma en la producción. La conclusión es que van a faltar algo más de 3 millones de terneros, y a los existentes se los deberá faenar más livianos. La resultante es que el aparato productor podrá aportar carne para un consumo no mayor a los 50 kilos por habitante y por año.

Hay que tener en consideración que el consumo en 2009 fue de 74 kilogramos por habitante por año, y en 2006, cuando se cerraron las exportaciones, era de 61 kilogramos. Si se contraponen los 74 que demandamos con los 50 que hay, se puede explicar en parte el problema.

Según los expertos en el tema, el aumento del precio se detendrá cuando se ajuste el consumo a lo que la oferta puede dar, pero a pesar de todos los intentos de manipular el precio de la carne, la realidad termina corrigiendo las desviaciones. De esta situación sólo se emerge produciendo más, es decir logrando que la hacienda recupere sus niveles históricos.

De seguir por el camino actual, la peor noticia no serán los 50 kilos de este año, sino los 46 kg para 2011.

El desafío es encontrar el camino del crecimiento, pedirle a la política el apoyo para hacer lo que la ciencia y la técnica señalan, y aplicar los conocimientos en pos de una ganadería pujante para todos, desde el productor hasta el consumidor, tal como existió siempre en una Argentina reconocida en el mundo por la calidad y los precios de su carne.