El vertiginoso crecimiento de Brasil asombra al mundo, en momentos en que se agudizan las crisis en países que parecían haber superado la caída financiera global. La situación que estremece a la Unión Europea, a partir del colapso de Grecia, con réplicas en España, Portugal e Italia, refleja incertidumbres, a pesar de haber inyectado UE 300.000 millones de euros para sostener la moneda común.
Como contrapartida, los economistas remarcan el "milagro brasileño", el impactante crecimiento del 9,84% en el primer trimestre del año. Esta cifra apabullante trae consigo un "recalentamiento" de la economía, con un aumento del 7,5% del PBI al concluir 2010. La explosión se debe a tres sectores, el agro, la industria y los servicios, donde las políticas implementadas por Lula da Silva han facilitado la expansión competitiva de Brasil situándolo con China, India y Rusia, como líderes de la recuperación económica mundial en 2010.
A diferencia de lo que pasa en Argentina, por impericias políticas y enfrentamientos estériles, Brasil volcó todo su apoyo al campo, que ahora es el mayor productor mundial de carne y granos y estimula la inversión en servicios, para generar trabajo genuino, sin prebendas ni asistencialismo populista.
Brasil también capitalizó la experiencia de fines de 2008 y principios de 2009 cuando su economía se paralizó por el miedo de la crisis financiera mundial. En aquel momento, no tenía medidas en cierne para combatir las consecuencias internas. Ahora dispone de instrumentos y hasta prevé la desgravación impositiva en sectores de consumo durable, para impedir que las tormentas mundiales se abatan sobre la economía doméstica.