El bicentenario de la independencia de varios países latinoamericanos desató una oleada de necrofilia: varias naciones están literalmente desenterrando los restos de sus próceres en medio de una creciente obsesión con el pasado. ¿Se trata de una manera saludable de promover el orgullo y la unidad nacional? ¿O es algo que los distrae de la urgente tarea de concentrarse en el futuro, para hacerse más competitivos y reducir la pobreza?
En Venezuela, el presidente Hugo Chávez paralizó el país para desenterrar los restos del libertador Simón Bolívar, señalando conmovido que había encontrado dentro del ataúd una bota y "la perfecta dentadura” del prócer de la independencia. La broma de los opositores era que "Chávez no le mostró a Venezuela los restos de Bolívar, sino que le mostró a Bolívar los restos de Venezuela”. Chávez ordenó la exhumación para investigar las causas de la muerte de Bolívar, que según él podría haber sido un asesinato perpetrado por "’la oligarquía”. Bolívar murió el 17 de diciembre de 1830 en Santa Marta, y prácticamente todos los historiadores coinciden en que murió de tuberculosis. Chávez ha ido mas lejos que otros mandatarios en su obsesión con el pasado: le habla al país a diario ante una enorme imagen de Bolívar, utiliza escritos de Bolívar -por lo general sacados de contexto- para justificar sus medidas de gobierno, pidió se reemplacen los juguetes de Superman y Batman por muñecos de Bolívar, y hasta le cambió el nombre al país: "República Bolívariana de Venezuela”.
Pero no es el único que está desenterrando muertos. En México, el presidente Felipe Calderón encabezó un desfile militar para trasladar las urnas de Miguel Hidalgo, José María Morelos y otros diez héroes de la independencia desde las tumbas en que descansaban desde 1925 hasta un laboratorio científico en el Museo Nacional de Historia, donde se examinará los restos para asegurarse de que estén bien preservados, antes de trasladarlos al Palacio Nacional.
En América Central, varios presidentes se disputan los restos del héroe de la independencia regional Francisco Morazán, que descansan en El Salvador. El problema es que Morazán nació en Honduras en 1792, fue ejecutado en 1842 en Costa Rica y, según su última voluntad, fue sepultado en El Salvador. En Ecuador, Rafael Correa trasladará los restos del héroe de la independencia, Eloy Alfaro, desde Guayaquil a un nuevo mausoleo que el presidente mandó a construir en la ciudad de Montecristi. Los descendientes de Alfaro objetaron el traslado, generando un debate nacional, hasta llegar a una decisión salomónica: parte de las cenizas de Alfaro permanecerían en Guayaquil, y la otra parte sería trasladada a Montecristi.
Muchos historiadores argumentan que los países latinoamericanos son repúblicas jóvenes que necesitan consolidar su carácter nacional, y que celebrar su historia es una forma de hacerlo. Pero muchos presidentes exageran. En vez de debatir sobre dónde deberían descansar sus próceres, deberían pensar por qué hoy los jóvenes están entre los últimos lugares en los exámenes anuales internacionales PISA de matemáticas, ciencias y lenguaje; o por qué no hay ninguna universidad latinoamericana entre las 100 mejores del mundo, o por qué apenas el 2% de toda la inversión mundial en investigación y desarrollo va a Latinoamérica. Corea del Sur registra 80.000 patentes anuales en el mundo, mientras todos los países latinoamericanos juntos registran menos de 1200.
"AMÉRICA latina debe mirar menos hacia atrás, y más hacia adelante. Y que sus presidentes cuenten menos historias, y se dediquen mas a mejorar la calidad de la educación, la ciencia y tecnología.”
