Durante los últimos seis años, el sostén del modelo económico argentino fue el permanente superávit comercial y fiscal, lo cual permitió una amplia disponibilidad de recursos. Además, se modificó el sistema de distribución con las provincias, que de un 34% del total de lo recaudado pasaron al 27% actual.

No obstante, en el marco de la crisis internacional, la caja gubernamental luce comprometida, pese a los esfuerzos por mostrar holgura en el frente fiscal. En marzo el superávit del Tesoro sufrió una caída del 50% anual, el mayor retroceso en lo que va del año, según los datos del Ministerio de Economía. Se indica que en el primer trimestre el superávit fiscal primario, que estaba en $ 8844 millones en igual período de 2008 y pasó a $ 4502 millones este año. La caída es aún mayor si se computa el pago de los intereses de la deuda.

Si estos resultados no fueron inferiores, es porque en las cuentas el Gobierno suma los excedentes del dinero que maneja la Anses, en gran parte, de los ex afiliados de las AFJP. Sin esos extras, que en los tres meses citados sumaron más de $ 3000 millones, las cuentas directamente hubieran cerrado en rojo.

Si bien actualmente las cuentas fiscales de casi todos los países se encuentran en una situación delicada, el caso argentino se diferencia porque esta grave situación no es reconocida por el Gobierno, lo que genera más intranquilidad aunque se espera una recuperación importante de la recaudación con motivo de los vencimientos programados por la ley de regularización fiscal, que seguramente nivelará la situación financiera del estado.