Los procesos de modernización de la Administración pública son complejos y de largo plazo. Se trata básicamente de incorporar nuevas conductas, lo que obliga a efectuar cambios graduales para erradicar las prácticas ineficientes.

El Estado es una gran organización y, como tal, debe incorporar mecanismos modernos de gestión, enfocados en desarrollar un fortalecimiento de sus capacidades para brindar una mejor respuesta a los ciudadanos en áreas sensibles de gobierno, por ejemplo, salud y justicia. Esta premisa debe ser la base para lograr un desarrollo administrativo en todos los niveles es decir nacional, provincial y municipal. Para ello, deben profundizarse las iniciativas impulsadas por el proceso que en nuestro país se llamó la Segunda Reforma del Estado.

En el esquema tradicional, que hoy expresa el funcionamiento de lo público, los administradores estatales no siempre tienen alicientes para realizar una buena gestión. En primer lugar, habitualmente no existen objetivos claros para desempeñar la gestión. Además, todos los controles sobre su acción se encauzan en las formas y los procedimientos, mucho más que en los resultados que éstos puedan generar. Finalmente, no existe un mecanismo que premie las gestiones exitosas y reforme las que no lo son.

Frente a este acotado análisis de los problemas a considerar en procura de eficiencia, las propuestas de los especialistas es que se empiece por la definición de una misión, estrategia y metas claras para cada organismo público. De esta manera, la gestión tendrá una orientación concreta y se evitarán superposiciones de funciones u organismos que subsisten inercialmente sin un sentido práctico.

Este solo cambio reportaría una disminución de la excesiva burocratización que existe en torno a los trámites administrativos en diferentes áreas de gobierno. A nadie escapa que hacer un trámite en la Argentina casi siempre conlleva molestas por pérdidas de tiempo, incontables demoras e infructuosas tramitaciones que muchas veces terminan en desaliento y frustraciones.

La modernización de la Administración pública es una vieja promesa pendiente de sucesivos gobiernos. No es un tema sencillo, pero se puede encarar con un proceso paulatino, que no sólo involucre transformaciones en el plano técnico, sino que además comprometa la dimensión cultural.