Las expectativas mundiales generadas por la traumática solución que debía darse a la histórica crisis de la Eurozona, se revelaron el viernes último al concluir la 16ª Cumbre de Bruselas, con un resultado inesperado pero factible: el nacimiento de una nueva Unión Europea (UE). Los 26 países miembros decidieron imponer al grupo regional una disciplina presupuestaria más rigurosa que la anterior, porque les exigirá hasta un abandono de la soberanía, términos que resultaron inaceptables para el Reino Unido, que nuevamente dispuso mantenerse al margen de la comunidad de naciones de Europa.

En las diez horas de intensas y durísimas negociaciones en Bruselas, el viernes último, los miembros de la UE acordaron ese nuevo "pacto fiscal", que abre las puertas a una unión presupuestaria. También se estableció una reforma limitada del futuro Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE), destinado a apuntalar el euro, que de ahora en más será controlado por el Banco Central Europeo, una medida celebrada por los mercados.

Las variables económicas dirán si el manejo político de la crisis ha sido acertado y si el optimismo de los dignatarios, como el del presidente francés Nicolas Sarkozy ("es una cumbre que hará historia", declaró) se vuelca a los hechos. En realidad, la UE ha puesto los cimientos para crear, con diez años de retraso, una unión fiscal. Los acuerdos se resumen en la aplicación de políticas que lleven a las economías hacia déficits casi cero, objetivo que se inscribirá en las legislaciones nacionales y habrá sanciones automáticas a partir de que el déficit público sobrepase el 3% del PBI. La Comisión Europea podrá exigir cambios en los presupuestos nacionales antes de que estos sean votados por los parlamentos y el Tribunal de la UE decidirá en última instancia si algún país incumple.

La nueva UE sella también la ruptura definitiva con Londres, por decisión del premier inglés, entre la espada y la pared en esta coyuntura europea. David Cameron argumenta que su país no participa del euro y cuenta con un Banco Central que puede comprar deuda británica y protección a los intereses de la City. Pero también tenía la amenaza del 80% de los parlamentarios conservadores de someter un acuerdo a referéndum, lo que implicaba una derrota política sin precedentes. Pero el Reino Unido ya no tendrá el mercado único de la UE para usufructuarlo sin importarle los problemas que sobrelleva la región.