Existen, dentro de un menú acotado de alternativas, varias formas de corregir el déficit comercial de los países, es decir, de cómo evitar que los egresos de divisas del país sean mayores que los ingresos de divisas. Si los egresos de divisas son mayores a los ingresos se genera, automáticamente, una diferencia negativa, pues, los dólares de la exportación no alcanzan para solventar la demanda de dólares que el país necesita para aplicarlos a las compras diversas al exterior que se precisan para hacer funcionar la economía del país. El marco ideal es que el ingreso por ventas al exterior financien los egresos por compras al exterior.

El problema crítico para los países es la situación aquella en que los dólares de las ventas del país al exterior no son suficientes para satisfacer la demanda de dólares que son necesarios para compensar las compras del país al mundo. Entonces, si hay déficit comercial se presenta un dilema o un interrogante equivalente que se formula del siguiente modo: ¿cómo corregir el déficit comercial exterior, o dicho de otro modo, de donde y como se obtienen los dólares que el país no conquista por el canal natural de las ventas al exterior?

Veamos dos caminos que no solo son diferentes, sino, que son antitéticos desde el punto de vista de los métodos que usan, aunque, en su objetivo práctico son comunes. En definitiva son dos caminos que son diferentes por su modalidad, aunque son idénticos por el fin perseguido, esto es, el sacar la cuenta comercial de su estado negativo y pasarlo a neutro (paridad), o, mejor aún, llevarla a un estado superavitario. Uno de esos caminos modales, digamos la variante a), es que se pretende hacerlo mediante el recurso a la devaluación de la moneda nacional de curso legal frente a la divisa internacional dominante, en este caso, el dólar. 

El mecanismo pertinente en esta variante, habla por sí mismo, ya que se induce la depreciación del peso a fin de que, por ejemplo, el acceso a los dólares para turismo, para atesorar, para remitir utilidades a las matrices en el exterior, o para importar bienes terminados o bienes de capital, se encarezca en dólares y de ese modo disminuye o morigera la demanda de dólares para esos fines.

Si ello se logra se pasa a un situación más equilibrada de forma más o menos rápida en términos de tiempo, pues, por una sola medida macroeconómica de regulación del tipo de cambio, se baja la demanda de dólares y, ello, en si mismo, mejora el balance comercial, porque se recorta la distancia con los dólares ingresados por el canal de la exportación. Es una medida eficaz porque con el uso de una sola variable, que es el tipo de cambio, se logra un efecto expansivo sobre toda la economía logrando una disminución de la demanda de dólares rápida con lo cual el efecto de equiparación contable del balance comercial exterior mejora.

El otro método, digamos el b), es mejorar el balance mediante una suba de la actividad económica para exportar más bienes y servicios y de ese modo aumentar el ingreso de dólares al país. Por supuesto que se pueden combinar estas medidas, ya que es factible, con un criterio de término medio aristotélico, devaluar pero de modo controlado para no generar una recesión e inflación creciente, y, a la vez, tomar medidas diversas de promoción del crecimiento del PBI para que arroje saldos exportables mayores. De este último modo se puede lograr un ingreso de divisas de modo genuino, y evitar el camino errado de tapar esta última situación con endeudamiento, incurriendo en el desbalance de la cuenta capital, que más tarde o más temprano, se termina pagado con ajuste y recesión.

 
Por el Dr. Mario Luna y Fabián Núñez  –  Expresidente y exsecretario del Concejo Deliberante de Jáchal, respectivamente.