El fútbol es uno de los deportes donde se comprobó que los niños son más presionados.


Tolerancia a la frustración, aprendizaje y disfrute del proceso. Una psicóloga y el presidente de un club de fútbol infantil abordan el tema. Hace algunas semanas, se publicó la noticia de que un director técnico español de fútbol infantil fue cesado tras haber ganado un partido por 25 a 0. Quien tomó esa decisión explicó que lo hizo porque "que un niño de 11 años se vaya a casa con 25 goles en contra es muy duro''. ¿Hay que proteger a los niños de ese tipo de derrotas o dejar que las enfrenten y vayan templando su tolerancia a las frustraciones? ¿Es bueno que un niño gane siempre o perder es parte sustancial - e incluso la más enriquecedora - del proceso de aprendizaje? Pamela Sicalo, psicoterapeuta cognitivo conductual especializada en niños y adolescentes, y con Alexander Moreira, presidente de Racing Infantil, un club que encara con particular filosofía la competencia en el fútbol, dijo que "aquellos niños que aprenden a equivocarse y a reponerse de sus errores o derrotas, son más fuertes emocionalmente que los que están acostumbrados a ganar. Está demostrado que se aprende mucho más de las fallas, de saber salir adelante y recuperarse cuando se perdió, que de los éxitos continuados'', afirmó Sicalo. Según la psicóloga, aquellos chicos que tienen muchos éxitos seguidos (académicos, deportivos, etc.), tarde o temprano aparecen debilitados. En cambio, dijo que los que tuvieron más dificultades en los primeros años de vida, lucharon más para tolerar la frustración y salir adelante, son los que más fortalecidos a largo plazo. Lo importante, entonces, en el proceso de desarrollo de los niños, no es ayudarlos a que ganen siempre, sino a que extraigan el mayor aprendizaje posible de cada cosa que emprendan y que lo hagan poniendo su mayor esfuerzo, sin importar que al final del camino haya una copa o una medalla. Sicalo agrega, además, que si eso se da en "un contexto emocionalmente fortalecedor'', el aprendizaje será aún mayor.


Las investigaciones han demostrado que se aprende mejor si hay un buen clima, si el niño se siente bien, a gusto, querido, si hay sonrisas y emociones positivas. Y claro, cuando uno está haciendo un esfuerzo, aparecerán frustraciones y miedos, pero se llevarán mejor si se enmarcan en un contexto de amor y contención, explicó. Además, para que el niño entienda que una derrota es una experiencia más y que eso no lo define como persona, es muy importante el modelo que tengan los padres para encarar sus propias derrotas. Si ellos no saben manejar sus frustraciones, no toleran cometer errores, no se animan a fallar, el niño lo percibirá, dijo Sicalo. El centro es, entonces, que el niño valore su propio esfuerzo y dé lo mejor de sí mismo en un clima fortalecedor. "Porque es feo perder, pero si se pierde en un contexto en el cual le explican que no hay problema por eso, que hay que practicar y seguir adelante, es mucho mejor", dijo. "Es lo mismo que pasa todos los días cuando un chiquito se cae y mira al padre. Si ve cara de pánico, rompe en llanto. Si le dicen que no pasó nada, sigue jugando tranquilamente. Lo mismo, si perdió 25 - 0. Si el niño ve en la mirada de los mayores que puede con eso y con más, eso es lo que va a creer", concluyó.

Por Alejandro Villaverde
Grupo Plaza de Deportes
Cortesía: ECOS