La volatilidad alcista del dólar verificada en el último mes y su caída producto del efecto PASO, motivó la escritura de la siguiente columna de opinión, la cual tendrá como objetivos por un lado explicar la obsesión compulsiva de los argentinos por el dólar, conducta que ha trascendido generaciones y poderes de turno y por otro lado efectuar un breve análisis sobre el mercado de divisas de nuestro país. El tema no es menor en consideración que Argentina ocupa, después de EEUU y Rusia, el tercer puesto en términos de tenencia de dólares por parte de particulares, con cifras que se estiman rondarían los 50.000 millones de dólares.


Ni la visión global y futurista para su época, que caracterizaron a Washington y Franklin, les hubiera permitido suponer o que iban a ser tan populares por estos lares, constituyéndose en las figuritas difíciles que tanto cuesta conseguir y acumular.

A las funciones de la moneda como unidad de medida, resguardo de valores instrumento de cambio, los argentinos con la inventiva, innovación y viveza criolla que nos caracteriza le hemos agregado al dólar una multiplicidad de otras funciones entre las que cabe resaltar:


* Instrumento de ajuste y corrección: las estacionales y cíclicas devaluaciones de nuestra moneda, son la forma de ocultar y corregir la falta de productividad y estabilidad de nuestra economía. Es la forma también de financiar el siempre creciente déficit fiscal. Una oportuna devaluación nos permite otra vez competir con el mundo, ganando competitividad en paralelo a la generación de pobreza.


* Termómetro económico: basta escuchar cualquier columna económica para poder verificar la importancia relevante al tipo de cambio, lo que en economías desarrolladas es sólo una variable más, en nuestro terruño es el barómetro de nuestro devenir económico.


* Destino de ahorro de la economía informal: los fondos de una economía informal, más conocidos como negros, el producido de hechos de corrupción y los originados en mercados ilegales como la droga originan un fuerte mercado paralelo, conocido como dólar blue.


A nivel de mercado y en un análisis de oferta y demanda, se puede verificar que la primeras está provista básicamente en nuestra economía a través de dos vías: en primer lugar por la vía comercial en donde los dólares que ingresan por exportaciones y los que salen por el pago de importaciones, conforman la balanza comercial, la cual en un país exportador agro-industrial con fuertes ventajas comparativas y competitivas por lo general es superavitaria. En segundo lugar el ingreso y salida de dólares del país se produce por la vía del mercado de capitales a través de la inversión directa externa, la inversión en activos financieros del país o la inversión de corto plazo o especulativa. Por el lado de la demanda la misma está constituida básicamente por importadores, ahorristas institucionales e individuales, viajeros al exterior y la remesa de utilidades por parte de inversiones extranjeras.


En un mercado siempre regulado por el Estado, tanto oferentes como demandantes con el ingenio que nos caracteriza, hemos visto la forma de burlar controles recurriendo a ardides propios y bien criollos tales como subfacturación de exportaciones, sobrefacturación de importaciones y contrabando de fondos entre otros mecanismos. Ahora bien, sabiendo ya que por tradición y auto-protección los argentinos somos compulsivos hacia la compra y ahorro en dólares y que nuestro país cuenta con una oferta siempre importante de divisas, sólo falta agregar un componente más para que la tormenta sea perfecta. Este último componente es la falta de políticas monetarias y cambiarias de estado. 


En la medida que en Argentina los tres problemas económicos más relevantes, déficit fiscal crónico, inflación estructural y falta de productividad de nuestro sector privado, no se logren resolver, los llamados a mantener las inversiones en pesos, hoy instrumentada vía las costosas Lebacs y las expresiones del que apuesta al "dólar pierde"... y otras manifestaciones por el estilo, se seguirán sucediendo sin solución de continuidad.