La bellísima sala principal del Auditorio "Juan Victoria", de San Juan.

Con motivo de los festejos del 50 aniversario de nuestro Auditorio "Ing. Juan Victoria", junto a los homenajes al magno escenario que nos prestigia ante el mundo, ha habido alguna reflexión o comentario no generalizado- que reedita la ya felizmente superada idea de que es un sitio sólo reservado a la música clásica, que por ahí suele alguno denominar música "superior". Según esa opinión, se entiende que no se estaría cumpliendo con esa supuesta exigencia, desvirtuándose los objetivos de su creación.

Si existiera una música superior, vale preguntarse con lógica inquietud cual sería la música "inferior", aunque pareciera surgir de esa premisa que sería la que no es música clásica.

No hay música superior y música inferior; hay buena y mala música y diversos gustos sobre ellas. El parámetro de supuesta superioridad de algún arte sobre otro es discriminatorio; sólo se apoya en aislados temperamentos subjetivos y caprichosos y no responde a un criterio de respeto del propio arte.

Luego de un largo período en que estuvo vedado a la actuación de la música popular, por razones que nunca se dieron con la debida claridad y fundamento, tuvimos el enorme placer de ser los primeros músicos del espectro popular que actuamos en nuestro Auditorio, solitos y a sala llena, lo que mostró el apoyo que el público daba a esa música allí interpretada. Desde entonces, la casi sagrada sala sirvió a las más variadas versiones del arte popular y la música denominada clásica del mundo. Posiblemente muy pocos músicos de los más afamados y respetados del arte popular mundial no tuvieron el placer de pisar sus nobles maderas, de expresarse de espaldas a un órgano monumental, de sentir en devolución mágica en sus pechos agradecidos uno de los sonidos más bellos y auténticos de la tierra. A similitud el otro escenario que nos prestigia ante el mundo, el Teatro Colón también se abrió a la música popular y lo hizo igualmente privilegiando los artistas de nuestra tierra. Retumbaron dignos en su escenario sublime el ritmo de D’Arienzo y sus cantores barriales, la voz ya cascada del Polaco Goyeneche, los cafés llorosos y empinados de Cacho Castaña, las voces arrolladoras de María Graña y Estela Rabal y tantos otros.

Nuestro consagrado Auditorio no le fue en saga; incluso lo superó en su apertura artística, porque por él desfilaron los más grandes intérpretes de la música popular de todo el mundo, junto a nuestras estrellas locales y nacionales. Imposible dar ejemplos, escaparía su enorme cantidad a la estrictez de esta nota; todo músico que se precie de tal quiso actuar en ese escenario de privilegio al que la gran mayoría del conjunto internacional accedió con placer y siempre hizo saber ante todas las latitudes su agradecimiento de haber llegado hasta semejante templo de la música.

 

Por Dr. Raúl De La Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete