Nos enfrentamos a una situación que merece la atención de todos los sectores de la sociedad. Se trata de lo que muchos científicos denominan cambio climático. Ofrece un panorama nunca visto en la historia de la humanidad, con impactos ambientales que afectarán al planeta entero.
Este cambio se está dando con mucha rapidez y no sólo como un efecto de la naturaleza, sino por la intervención del hombre con su cultura actual, especialmente en las sociedades industrializadas, con sus paradigmas de desarrollo.
Uno de los factores aceleradores del cambio los constituye el denominado efecto invernadero, producido por una capa de gas extra que envuelve a la atmósfera y que actúa desequilibrando la normal entrada de rayos solares y salida de los mismos.
Las estimaciones mas leve nos dicen que en el lapso de 100 años la temperatura media global aumentará de 2 a 4,5ºC, con el consecuente derretimiento de las masas de hielo de los polos y glaciares, lugares donde se concentran altos volúmenes de agua dulce tan importante para la agricultura y la alimentación humana.
Estas nuevas condiciones, nos ponen ante un dilema como especie, la cual nos llevará a probar, si podemos adaptarnos a los cambios, desarrollar una nueva cultura, como también mitigar a niveles mínimos el impacto ambiental que ejercemos sobre la tierra. Debemos desarrollar acciones, para que los países industrializado, pongan en práctica el protocolo de Kyoto de reducción de emisiones, que impactan negativamente en la atmósfera terrestre.
Los modelos de análisis del cambio climático, que han sido aplicados por el Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático o Panel intergubernamental del cambio climático, conocido por las siglas IPCC, han construidos una mapeo mundial sobre las posibles alteraciones de temperaturas, precipitaciones, radiaciones solares, volumen de masa de los glaciares entre otras variables. ¿Ante esto qué hacer?
La provincia de San Juan y Mendoza están inserta en un ecosistema árido, nuestro desarrollo como sociedad ha dependido de un recurso natural escaso para esta zona, el agua. El agua que nosotros tenemos, proviene de los ríos que bajan desde la cordillera de los Andes. El caudal depende del nivel de precipitaciones de nieve y el aporte de los glaciares, que en épocas de baja precipitaciones aportan el desfasaje hídrico de la carencia de nieve. Nuestra economía esta esencialmente enclavada en la agricultura (vid, Olivo, etc.), depende y esta condicionada por el agua que proviene de la cordillera bajo tierra (napas freáticas) o sobre la misma (ríos). Estas nuevas condiciones climáticas alteraran de hecho el volumen de H2O y por consiguiente el ecosistema artificial productivo que hemos generado para vivir. El ecosistema San Juan-Mendoza cuenta con una gran actividad agrícola que es desarrollado por los oasis, se hace necesario trabajar sobre la educación de la población en el uso y consumos de el agua, la población de productores deberá aplicar tecnología de riego para llevar adelante sus objetivos productivos y dejar a tras las costumbres del riego a manto que es un buen indicador de atraso cultural o de una cultura de riego no adaptada a nuestro medio ambiente semidesértico. Los productores deberían plantear que el gobierno les otorgue un crédito fiscal, de los impuestos que estos pagan al Estado, para que se reinviertan en financiamiento de proyectos que permitan el acceso a todos los productores, pequeños y medianos sobre todo, de las tecnologías de riego disponibles.
A nivel del uso domestico del agua también se repite desde lo conductual la falta de racionalidad en el uso familiar que le dan los distintos asentamientos urbanos, periurbanos o rurales, no existiendo infraestructuras edilicias/tecnológicas que contribuyan a la racionalidad, la recaptura, filtrado de el agua y la reutilización ya sea familiar o en proyectos comunitarios de regadío de arbolado publico, plazas o huertas urbanas para sectores de mayor vulnerabilidad. Hoy estamos alarmados ante la baja del caudal en el río San Juan y no es para menos, tendremos una reducción de el agua para riego agrícola, pero esto también nos debe llevar a reflexionar a cada uno de los que vivimos en esta tierra que uso le estamos dando al agua. Seguimos actuando desde un imaginario social como si viviéramos en un zonas templada del planeta con mucha precipitación, pero esto es solo imaginación tenemos que poner los pies en la tierra y aceptar que pertenecemos a una zona semidesértica y que debemos actuar en función de esta realidad, de la escasez del agua, incorporando nuevas prácticas culturales y para esto la educación popular debe ser un objetivo que hay que trabajar, incorporando a las curriculas del sistema educativo la cultura del agua.
