"El ataque a París es el símbolo de una derrota, no solo del mundo musulmán, sino también de todos nosotros”, ha expresado con dolor el líder de la Unión de Comunidades Islámicas Italianas, Izzedin Elzir. Ha condenado sin ambages, dicho atentado terrorista, en nombre de los musulmanes de bien y pacíficos, que no son pocos en el mundo. Es deseable que no solo los líderes políticos o religiosos del mundo -como lo hizo Francisco de modo contundente, llamando a este salvajismo "acto no humano”- sino también líderes musulmanes, en desacuerdo con Isis.
En enero pasado tuvimos ya el ataque a los periodistas de "Charlie Hebdo”, dejando un saldo de diecisiete muertos, y prácticamente la revista en quiebra. Pero algo falló. Los servicios secretos franceses, ¿bajaron la guardia? ¿No supieron prevenir mejor? Era de esperarse.
Se ha instalado por obra de Isis, una nueva forma de guerra no convencional difiere de los ataques de Al Qaeda, pues éstos ponían su flecha en grandes objetivos, civiles o militares. Isis ataca en varios lugares a la vez, provocando una sanguinario daño e instalando el terror. Es de elogiar al ciudadano parisino, que este domingo pasado salió a cubrir las calles y los cafés de la ciudad luz, para mostrar que el miedo no puede arrinconar el mundo. Isis siembra el terror, buscando que la población presione al Gobierno a abandonar la intervención en Medio Oriente. Pero no se ve que esto suceda, pues ya el pasado domingo la fuerza aérea francesa bombardeó en Siria un objetivo de Isis. Irán, Rusia, Francia, Bashar Al Assad en Siria, EEUU e Inglaterra hoy plantean nuevas estrategias para enfrentar este tipo de terrorismo.
¿Es posible hablar sanamente y en buena lógica, de "guerra santa"? Ya lo dijimos en más de una ocasión. Es absurdo. No existe hoy una guerra que sea "santa", pues los medios que la técnica armamentista pone en juego, son devastadores. "Guerra santa" es una contradicción en los términos. Como "círculo cuadrado". Ni Dios puede hacerlo. Porque el Dios que es Omnipotente no puede hacer realidades contradictorias.
Si buscáramos en los "Suras" (capítulos) del Corán algún texto que invite a la violencia, lo encontramos tranquilamente. Por ejemplo el que cito a continuación: "Una vez expirados los meses sagrados, matad a los idólatras dondequiera que los halléis, hacedles prisioneros, sitiadles y asechadles; pero si se convierten, si observan la oración, si hacen limosna, entonces dejadles tranquilos, pues Dios es indulgente y misericordioso" (Sura IX, 5).
También hay que decir que usar un texto que se considera sagrado, no es patrimonio exclusivo de grupos musulmanes. Los hay aún en muchos credos. Pero nada legitima el recurso a lo sagrado para legitimar la violencia obscena. Ninguna religión puede inducir a la violencia. Y esto hay que tomarlo no como una metáfora o expresión de algún deseo. Por eso se dice que en la mira de la policía francesa están no menos de 80 mezquitas de dudosa orientación religiosa-ideológica.
Ha llamado la atención de quienes siguen atentamente estos sucesos trágicos, una nota de la conocida publicación Sunday Express en el pasado mes de septiembre, que conjetura acerca de la eventual jugada de cuatro mil yihadistas que habrían hecho su ingreso a Europa, con el ropaje de refugiado sirios. ¿Con qué fin? Isis habría aprovechado la ocasión de infiltrar gente de la suya con el objeto de reclutar miembros y así formar nuevas células locales. Sabe Dios si no son una semilla cuyo fruto en un mañana, no sean nuevos atentados de sangre y fuego. De hecho, se ha encontrado en la cercanía del Estadio de Deportes, donde estaba incluso el Presidente Hollande, un pasaporte sirio que habría entrado por Grecia y pertenecería a uno de los terroristas del pasado 13 de noviembre. Esto obligará a controles más severos.
Bien recordamos las expresiones del papa Francisco: estamos viviendo la experiencia de una Tercera Guerra Mundial por partes, con epicentro en Medio Oriente.
Dios es Amor. Es paz. Y educar en la fe, es educar en la convivencia pacífica. Ojalá pronto todo esto sea un recuerdo, un triste pasado. Y que el miedo no paralice a ningún hombre o mujer de buena voluntad, en la lucha por la justicia y la paz. Porque la paz es fruto de la justicia.
