Entre 45.000 y 60.000 mujeres son víctimas de explotación sexual en el país. En unas 2000 viviendas particulares se ejerce la prostitución clandestina y hay unos 3.000 talleres "truchos”, con trabajo forzado y esclavo en plena Capital Federal, más 15.000 en el primer cordón del conurbano (San Martín, La Matanza, Lomas de Zamora). Los números de informes judiciales y estadísticas de ONG dan cuenta de una realidad creciente y preocupante.
Estas nuevas y modernas formas de esclavitud, que cada año cobran tres millones de víctimas en el mundo, vienen creciendo en la Argentina según organismos internacionales. En mayo de 2011, la relatora especial de las Naciones Unidas sobre Tráfico y Trata de Personas, Joy Ezeilo, denunció que la Argentina se consolida como país de origen, tránsito y destino de las víctimas de trata y tráfico de personas, con fines de explotación laboral y sexual ante la fragilidad de controles en zonas como la Triple Frontera. Cita el trabajo de la Fundación Alameda, que identificó 600 talleres textiles clandestinos en la Capital y en el conurbano, que trabajan para 103 marcas. La fundación estima que en el país hay 500.000 víctimas de trata con explotación agravada. De esa alarmante cifra, 200.000 padecen el trabajo esclavo y forzoso en la industria textil; otras 200.000 como mano de obra intensiva y barata, de sol a sol, en el agro, y unas 100.000 afectadas a la construcción alejada de los centros urbanos y otras industrias, como la del calzado.
En materia de explotación sexual, la relatora de la ONU fue terminante. Alertó: "A pesar de la legislación y de los convenios internacionales a los que adhirió la Argentina, las normas referidas a la prohibición de prostíbulos no están siendo acatadas”. En ese contexto lacerante, que crece en forma geométrica, se levanta el grito silencioso de una comunidad de víctimas que no tienen quién defienda sus derechos ni reciben resarcimiento alguno. Sorprende que, en plena era de los derechos humanos, la prostitución sea vista como una manifestación de su ejercicio y no como su violación. A tal punto nos hemos extraviado en la falta de valores. La prostitución negocia con el crimen organizado, con la trata de personas, con el tráfico de drogas. Urge decir en voz bien alta que, por encima del derecho de quien elija ejercerla, la prostitución sigue siendo abominable.
