El agotamiento de los yacimientos de hidrocarburos viene movilizando al mundo en la búsqueda de energías renovables, que reemplacen con eficiencia y economía al petróleo, pero no es una tarea fácil porque los desarrollos llevan mucho tiempo como en el caso de los biocombustibles u otras fuentes ecológicas. Pero como la ciencia es implacable en el desarrollo de soluciones para optimizar lo conocido, ahora con tecnología de avanzada se ha logrado extraer combustibles fósiles de lugares que hasta hace poco eran inaccesibles y por lo tanto se amplían las reservas en explotación o potenciales.

Se trata de operaciones complejas en el subsuelo, porque por primera vez las perforaciones para extraer crudo son también horizontales y dirigidas a perforar rocas que contienen petróleo de manera diferente a los reservorios convencionales. Sólo tres países utilizan esta tecnología y uno de ellos es la Argentina con resultados por demás auspiciosos. Es lo que ha ocurrido en el yacimiento Vaca Muerta, en la zona de Loma de la Lata, Neuquén, donde la compañía YPF encontró petróleo equivalente al 35% de las reservas locales de la empresa. El método conocido como "shale gas” o "shale oil” (petróleo) provenientes de "arcillas compactas” se aplicó en la Patagonia con éxito por primera vez en América latina, después de las experiencias en Estados Unidos y China, los otros antecedentes que existen a nivel mundial.

Según una investigación del la consultora Advanced Resources International, el mundo petrolero concibe esta posibilidad como la gran oportunidad de prolongar la vida útil de muchísimos yacimientos que declinan la producción con el paso del tiempo. De acuerdo al citado estudio, los recursos de gas no convencional de China suman 1275 billones de pies cúbicos; los de Estados Unidos, 862, y los de Argentina, 774, es decir nuevas reservas, precisamente lo que nuestro país buscaba ante el rápido agotamiento de las conocidas. Las perforaciones horizontales direccionales permiten llegar a formaciones rocosas antes inaccesibles, pero el sistema cuesta un 40% más que el tradicional y se tarda 20% más en realizarlas, lo que implica grandes inversiones de riesgo.

Esto hace que el precio del combustible que se saque del subsuelo mediante esta tecnología no esté regulado para hacer más atractiva la inversión, pero tratándose de la Argentina nada garantiza que las reglas de juego no se cambien si las bondades del shale oil se generalizan con mayores exploraciones.