Frente a la grave situación social, el Gobierno nacional destinará 9000 millones de pesos para subsidiar empleos a través de cooperativas que harán pequeñas obras públicas municipales, una iniciativa similar al Plan Trabajar de mediados de la década del ’90, por alcance de la crisis mexicana.
Más allá de la necesidad de atacar la pobreza escandalosa actual, lo realmente absurdo es que luego de 6 años de fuerte crecimiento respaldado por inéditas condiciones externas, nos encontremos nuevamente en una situación de alto deterioro social. Según un estudio de IDESA, la economía generó ingresos per cápita 11% promedio, superior a los de 10 años atrás, con un gasto público de más del 50% por habitante. Sin embargo, contra estas dinámicas económicas favorables, el deterioro social obliga a un paliativo, ya aplicado con muy limitados beneficios. Este nuevo plan trabajar confirma el fracaso de las políticas públicas de los últimos años.
Con la bonanza económica, la presión impositiva llegó en ese lapso a niveles récord, pero en base a impuestos extremadamente distorsivos. Los controles de precios y la prohibición de exportar, desalentaron la inversión y con ello se eliminaron empleos de calidad. Peor aun, la centralización de recursos a el nivel nacional posibilitó aumentar el gasto público, no en la promoción social sino en complejos subsidios que terminaron socavando a la actividad privada.
Las soluciones no pasan por el lanzamiento de un paliativo, utilizando viejos instrumentos, sino modificando las malas intervenciones públicas que tanto daño le hacen al país.