El vínculo de Sarmiento con las mujeres siempre fue un tema que llamó la atención en todos los ámbitos.

Cuando se cumplen 210 años del natalicio del Maestro Universal, y mientras esperamos que el proyecto propuesto oportunamente desde DIARIO DE CUYO para declarar a San Juan Capital Nacional de la Educación se concrete un día, hablamos aquí de un matiz muy destacado en la vida de don Domingo Faustino Sarmiento, la presencia de la mujer. Para ello es necesario mirar algo más atrás y recordar cuando la mujer era considerada en un plano inferior al del hombre; cuando agotada la Colonia, los gobernantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata e incluso aquellos primeros mandatarios desde la aprobación de la Constitución de 1853, no se detenían a pensar en los derechos del ya entonces llamado "sexo débil''. Los avances por la igualdad de género vendrían mucho más adelante, incluso, como es sabido, el gran paso lo dio la provincia de San Juan con el voto femenino por primera vez en 1927, llegando esa equidad al resto del país en 1946. Pero Sarmiento, con poco más de 20 años de edad, ya pensó en el primer derecho para ellas, que era educarse, saber leer, estudiar, como los hombres. Por eso en San Juan la creación del "Pensionado de Santa Rosa para Señoritas'', en 1839, hoy Colegio "Santa Rosa de Lima''. Y, poco después, apenas asumir la presidencia de la Nación (1868-1874), disponer que "desde mañana las mujeres tendrán los mismos derechos que los hombres'', junto a la implementación del primer Código Civil, cuyo autor fue Dalmasio Vélez Sarsfield. Por todo ello, la aparición de "La mujer en la memoria de Sarmiento'' (Editorial UNSJ), del Dr. Juan Mariel Erostarbe, viene a demostrar, desde la investigación histórica, que el papel de la mujer en la vida de nuestro eminente comprovinciano fue fundamental. Precisamente, y en la presentación de la obra, el Lic. Eduardo M. Carelli, comienza afirmando, casi a modo de sentencia, que "La Argentina es antes y después de Sarmiento''. Y luego subraya que Mariel, como "un largo conocedor de la obra de Sarmiento'', consigue precisar que el mundo que lo rodeó "está soñado por mujeres'', y "se detiene en lo que nos comunican los elementos materiales que las acompañan y en sus conductas, posturas y costumbres''. Dividida en lo que Mariel denomina "cuatro registros'', la obra pasa por "Alas y raíces en el hogar materno'', "La moda femenina en las cartas de Sarmiento'', "Domingo Faustino Sarmiento y Gabriela Mistral: Obstinados integradores de la memoria'' y, "Una Venus... y una guirnalda de mujeres''. En ellos, se plantean el hábitat, la madre, las mujeres que lo acompañaron, las que le dieron descendencia y las que le ayudaran a educar y le enseñaron a amar y a ser amado, como se apunta en la contratapa. Cada uno de los registros tiene su ilustración, una de ellas del pintor Franklin Rawson y las tres restantes, de la artista sanjuanina María Elena Mariel. Con el conocimiento de quien ha leído pulcramente las Obras de Sarmiento, Mariel cita frecuentemente estos escritos y transcribe, incluso con fotografías de sus páginas originales, momentos como "Cartas de dos amigas'', "Segunda carta de Rosa'', "Emilia a Rosa'', "Tercera carta de Rosa'', y "Cuarta carta de Rosa''. Pero no se terminan ahí las menciones, porque es un deleite descubrir otros distintos momentos de ese epistolario de amistad y de amor del sanjuanino, a sabiendas de que "el símbolo mujer sobrevuela toda la escritura de Sarmiento: su madre doña Paula Albarracín de Sarmiento, San Juan, la madre tierra, la Cordillera de los Andes, la madre montaña o la añorada Pachamama, y también la manta que representa la figura griega de la tejedora (Aracne citada en "La Metamorfosis'' de Ovidio) (...), como explica Mariel Erostarbe.